lunes, 21 de marzo de 2016

Lecturas del día, lunes, 21 de marzo, Lunes Santo. Poema: "Oración para que no se muera un pájaro" de Luis Pimentel. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (42,1-7):

Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas.
Esto dice el Señor, Dios, que crea y despliega los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, da el respiro al pueblo que la habita y el aliento a quienes caminan por ella:
«Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 26,1.2.3.13-14

R/.
El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (12,1-11):

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Palabra del Señor

Poema:
Oración para que no se muera un pájaro de Luis Pimentel

Señor, ¿por qué un pájaro de cerca puede ser un monstruo?
Lo tengo en mis manos, y tiemblo de miedo.
Es como si fuese mi propio corazón.

Tiemblo, porque puedo matar
esta flor caliente y viva,
hacer que por su boca salgan
todas las mañanitas límpidas.

¿Por qué un pájaro es cosa siempre nueva para nosotros?
Señor, ¿por qué en nuestras manos palpita el crimen?

Breve comentario

El pasaje evangélico de hoy vuelve a ser de una crudeza extraordinaria al reflejar la naturaleza humana. Por un lado, la bondad del amor de María, su entrega al Señor, sublimada como sólo una mujer que ama puede hacerlo. Maravilloso el gesto de perfumar los pies del Señor con sus cabellos. El perfume es exquisito, caro, único, pues la ocasión es no menos extraordinaria, como la entrega total, sin reservas, del alma de esta mujer. El ser humano es capaz de esta belleza de donación y apertura. (Tampoco debemos olvidarnos de la humilde Marta que, con su actitud servicial de disponer las comodidades de la casa para recibir al Señor, no lo agasaja menos que su hermana.)

Como duro contrapunto, también humanísimo, la maldad del rencoroso, del que envidia el bien ajeno, del ladrón que no es capaz de poseer nada suyo, del que no es capaz de dar ni de recibir, del traidor, del que acecha la debilidad del bueno para destruirlo. La crítica de Judas, su falsedad, sus argumentos, su actitud son despreciables, tan absolutamente despreciables como admirable la actitud genuina de amor de las mujeres.

Esto somos, amigos, y entre ambos ¿extremos? nos movemos todos. Hoy he escogido este poema de Luis Pimentel que refleja el sobrecogimiento íntimo ante la maldad de la que somos capaces. Hombre de gran sensibilidad, como médico y cirujano que fue, conoció en primera persona a través de sus pacientes y en sí mismo lo que es la muerte y la vida, y el hilo finísimo que las separa. En estos días seremos espectadores directos en la Pasión de Cristo de la grandeza y la vileza humanas con respecto a la bondad infinita de Dios. Que sepamos ver lo que Él nos muestra otra vez en esta Semana Santa.

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