jueves, 24 de marzo de 2016

Lecturas del día, jueves, 24 de marzo, Jueves Santo. Poema "Hora Santa" de Ernestina de Champourcin. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (12.1-8.11-14):

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones."»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 115,12-13.15-16bc.17-18

R/.
El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26):

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,1-15)

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

Palabra del Señor

Poema:
Hora Santa de Ernestina de Champourcin

No he venido a consolarte, ni enjugar tus heridas con mis lágrimas
ni a ofrecerte mi pecho como refugio de tu cansancio...
¿Quién soy yo para darte lo que no poseo, para ofrecerte 
un amor que no ha logrado encederme todavía?
Es tu hora, lo sé. Tu hora y la de todos aquellos que han
sufrido como Tú sufriste, y que sólo por eso
pretenden acercarse a Ti. 

Yo he llorado también, Dios mío, y mi soledad es ancha 
y profunda, tan ancha que mis ojos no saben
dónde está la otra orilla,
la ribera donde huye el desamparo, donde hay sombras
amigas y un agua fresca, pura,
que con un sorbo apagaría esta sed que me abrasa.

Pero no vengo tampoco a pedirte que me sacies y apacigües.
Es justo que muera de sed, es justo que una inquietud más honda que [la noche 
torture mi alma y la atenace interminablemente.
Es justo...
No me sorprende la angustia que oprime todos los momentos de mi [vida,
ni la niebla implacable que entorpece cada uno de mis pasos,
ni ese grumo de acíbar que paraliza mi lengua y le impide gritar el [horror que me invade.
Es justo. Lo sabemos Tú y yo sin decirlo...

No vengo a suplicarte que levantes el peso que lastima mis hombros,
que hagas florecer bajo mis pies las rocas,
que me allanes la senda aceptando de nuevo la carga que me abruma.
Vengo a estar a tus pies, a mirarte despacio, a ser bajo tus ojos...

Y me postro a la entrada del camino que lleva hacia Ti...
Y espero silenciosamente, obstinadamente, sujetando mis sentidos y [mis potencias
para que todo lo mío desaparezca, para que donde estás Tú nada se [atreva a existir, a alentar, a afirmarse.

Y por eso, Dios mío, quiero negarme con todas mis fuerzas a hablarte, [a sentirte;
porque sería sentirme y hablarme, cuando todo lo mío debe tender a [humillarse, a romperse,
a quebrantar sin miedo en mi alma y en mí espíritu lo propio, lo [personal, lo que me aleja de Ti.

Y si tengo paciencia obrarás el milagro. Si consigo no resistir, no [oponerme, no luchar, obtendré la victoria.
Vencerás Tú, Señor y Dios mío; permanecerás Tú; y mi viejo ser, [devorado por tu presencia,
pasará de esta nada que soy a esa eternidad que eres Tú.
Soy un agua sin cauce. Deténme en tu pozo. Cíñeme en tus lisas [paredes invisibles, conténme en Ti. Aprisióname.
¿Para qué quiero esta libertad que me aleja de Ti, que eres la libertad [verdadera?
Todos los yugos que he roto me han sujetado más estrechamente a mí [misma haciéndome mi propia esclava,
subordinándome a mis más íntimos desórdenes, a mis más ocultas [contradicciones.
Si ruego, si suplico, si imploro, vuelvo a sentirme, a evadirme de Ti, [de tu ámbito, de tu presencia. 

Por eso heme aquí en tierra, inmóvil, sin voluntad, en un esfuerzo de [donación completa y absoluta.
Acéptame, Señor, abrásame para que renazca verdaderamente y [eternamente en Ti...

Breve comentario

Arranca el pasaje del salmo de hoy, Jueves Santo, con una pregunta que nace de un corazón agradecido:"¿Cómo pagaré al Señor/todo el bien que me ha hecho?" La respuesta es muy sencilla. El pago a un don infinito es imposible. Que el Todopoderoso, por obra de un amor para nosotros inconcebible, se ponga a lavar los pies a sus criaturas, que apenas saben reconocer la grandeza de Aquél, en la víspera del día en que entregará su vida en medio de toda suerte de tormentos y humillaciones, no permite reciprocidad alguna por nuestra parte. Sólo cabe como torpe remedo nuestra actitud de anonadamiento que describe la poetisa, de adoración y abandono, de entrega absoluta, sabiendo siempre que hay menos mérito en que lo pequeño se haga nada a que nada se haga el Infinito. No cabe otra actitud por nuestra parte. Imitémosle en la medida de nuestras pobres posibilidades: anonadémonos como Él lo hizo por amor a nosotros para salvarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.