miércoles, 17 de febrero de 2016

Lecturas del día, miércoles, 17 de febrero. Poema "Siempre me quedas Tú" de Rafael Montesinos. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la profecía de Jonás (3,1-10):

Vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»
Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: «Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos.»
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 50,3-4.12-13.18-19

R/.
Un corazón quebrantado y humillado,
tú, Dios mío, no lo desprecias


Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,29-32):

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Siempre me quedas Tú de Rafael Montesinos
 
Siempre me quedas Tú, siempre te olvido
en brazos del amor, siempre regreso
a tu piedad, Señor, siempre tu beso
anda en el sitio donde estoy herido.

Nunca te he dado nada. Sólo te pido.
Y a cambio de mi vida y de su exceso,
te doy las sobras del amor. ¡Ni eso
te doy, Señor! Tristeza de haber sido

hombre mortal, allá en tu Cielo tienes.
La carne que yo sufro, Tú sufrías;
los mismos brazos, de otra forma abiertos.

Ay Señor, que en mi olvido te sostienes,
vendrán tus siglos y se irán mis días,
vendrán los muertos y se irán los muertos.
 
Breve comentario
 
Nuestra débil y precaria fe siempre está hambrienta de seguridades. Somos así. Y así somos incluso en nuestra relación con Dios. No nos fiamos de Él; le pedimos signos, y no sólo nos contentamos con nuestras exigencias, sino que incluso nosotros determinamos qué es lo que nos conviene. La angustia, el egoísmo, la vanidad, el miedo nos hace comportarnos para con Él como perfectos necios. Quién ante una dificultad económica no ha esperado que le toque la lotería, y juega con esa fe, y así le pide al Señor. Ciertamente no sabemos dirigirnos a Él, y menos aún saber lo que es bueno para nuestra vida, pues solemos verle y vernos con los ojos del mundo. Muy probablemente si Él nos concediera todo lo que le pedimos y de la forma como lo hacemos, nos iría mucho peor; sobre todo, porque lo que buscamos no es lo que quiere el Señor de nosotros. No es casualidad que este pasaje del evangelio siga al de ayer en el que el Señor nos enseñaba a orar y a pedir.
 
La fe se fortalece en la humildad, en la entrega incondicional. Nos es muy difícil a todos acomodar nuestra voluntad a la de Dios, pero sólo sabiendo esperar en Dios, confiar en su amor que busca siempre en todos nuestro bien, es como podemos prescindir de signos y de necias exigencias. Un alma entregada, en efecto, el Señor no la desprecia. Es más, en tanto que entregada, la purifica, como recuerda el salmo de hoy. Porque no somos capaces de esta entrega, ya sea que cumplamos externamente con los mandamientos y preceptos de la Iglesia, nos vemos siempre con estas angustias e inseguridades  que nos persiguen y, por ellas, pretendemos obligar a Dios a ponerse al servicio de las mismas. Así no vamos a ningún lado. Y Él, como el buen viento del poema de A. Machado de hace un par de días, huirá de nosotros, y nos dejará solos en ese jardín devastado por nuestros miedos y torpezas. Como nos recuerda Montesinos hoy, ni las sobras de nuestro amor imperfecto sabemos darle. Dios nos perdone y tenga paciencia... ¡Y cuánto amor derrama para que hasta en nuestros olvidos de Él nos sostenga!

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