lunes, 15 de febrero de 2016

Lecturas del día, lunes, 15 de febrero. Poema "Tú eres el pobre, tú el que no tiene medios..." de Rainer Maria Rilke. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Levítico (19,1-2.11-18):

El Señor habló a Moisés: «Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No robaréis ni defraudaréis ni engañaréis a ninguno de vuestro pueblo. No juraréis en falso por mi nombre, profanando el nombre de Dios. Yo soy el Señor. No explotarás a tu prójimo ni lo expropiarás. No dormirá contigo hasta el día siguiente el jornal del obrero. No maldecirás al sordo ni pondrás tropiezos al ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor. No daréis sentencias injustas. No serás parcial ni por favorecer al pobre ni por honrar al rico. Juzga con justicia a tu conciudadano. No andarás con cuentos de aquí para allá, ni declararás en falso contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor. No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor."»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 18,8.9.10.15

R/.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia
el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

Palabra del Señor

Poema:
"Tú eres el pobre, tú el que no tiene medios..." de Rainer Maria Rilke

Tú eres el pobre, tú el que no tiene medios,
tú eres la piedra que no tiene sitio,
el leproso expulsado que da vueltas
con su carraca, frente a la ciudad.

Pues lo mismo que al viento, nada te pertenece;
tu gloria apenas tapa tu pura desnudez;
el trajecito gris de un huérfano
es más espléndido, y como una propiedad.

Eres tan pobre como la fuerza de un embrión
dentro de una muchacha que quisiera ocultarlo,
y aprieta las caderas, para ahogar
el primer respirar de su embarazo.

Y tú eres pobre: pobre cual lluvia en primavera,
que en los tejados cae de la ciudad, feliz;
cual deseo, abrigado por un preso
en su celda, sin mundo eternamente.
Y como los enfermos, que cambian de postura
y que felices son; cual flores entre vías
tan pobres bajo el viento loco de los viajes;
y cual la mano en que se llora, pobre...

¿Y qué son, a tu lado, los pájaros con frío,
qué un perro sin comer, después de muchos días? 
¿Qué, a tu lado, el perderse; qué es la callada y larga
tristeza de animales, que fueron olvidados,
cual si de prisioneros se tratara?

Y todos los mendigos del asilo nocturno,
¿a tu lado qué son, y frente a tu miseria?
Sólo piedras pequeñas, no molinos,
y sin embargo muelen un poquito de pan.

Mas tú eres el más hondo en la miseria,
eres como el mendigo con la cara tapada;
eres la enorme rosa de pobreza,
y la metamorfosis incesante
del oro en luz del sol.

Tú eres el exiliado silencioso
que no ha vuelto ya nunca a entrar en este mundo:
excesivo y pesado para cualquier tarea.
En la tormenta aúllas. Y tú eres como un arpa
en que se estrella todo el que la tañe.

"Du bist der Arme, du der Mittellose..."

 

Du bist der Arme, du der Mittellose,
du bist der Stein, der keine Stätte hat,
du bist der fortgeworfene Leprose,
der mit der Klapper umgeht vor der Stadt.

Denn dein ist nichts, so wenig wie des Windes,
und deine Blöße kaum bedeckt der Ruhm;
das Alltagskleidchen eines Waisenkindes
ist herrlicher und wie ein Eigentum.

Du bist so arm wie eines Keimes Kraft
in einem Mädchen, das es gern verbürge
und sich die Lenden presst, dass sie erwürge
das erste Atmen ihrer Schwangerschaft.

Und du bist arm: so wie der Frühlingsregen,
der selig auf der Städte Dächer fällt,
und wie ein Wunsch, wenn Sträflinge ihn hegen
in einer Zelle, ewig ohne Welt.
Und wie die Kranken, die sich anders legen
und glücklich sind; wie Blumen in Geleisen
so traurig arm im irren Wind der Reisen;
und wie die Hand, in die man weint, so arm...

Und was sind Vögel gegen dich, die frieren,
was ist ein Hund, der tagelang nicht fraß,
und was ist gegen dich das Sichverlieren,
das stille lange Traurigsein von Tieren,
die man als Eingefangene vergaß?

Und alle Armen in den Nachtasylen,
was sind sie gegen dich und deine Not?
Sie sind nur kleine Steine, keine Mühlen,
aber sie mahlen doch ein wenig Brot.

Du aber bist der tiefste Mittellose,
der Bettler mit verborgenem Gesicht;
du bist der Armut große Rose,
die ewige Metamorphose
des Goldes in das Sonnenlicht.

Du bist der leise Heimatlose,
der nichtmehr einging in die Welt:
zu groß und schwer zu jeglichem Bedarfe.
Du heulst im Sturm. Du bist wie eine Harfe,
an welcher jeder Spielende zerschellt. 

Breve comentario

El famoso pasaje evangélico de hoy, en el que se expresa con contundencia la identidad entre la figura de Jesús con la de todos los seres humanos necesitados, sirve para ejemplificar de un modo harto gráfico que el amor de Dios debe ser correspondido. Un Dios que entrega su vida para nuestra redención debe implicar un amor que, aunque inigualable en su naturaleza (el que es el Todo se abaja para salvar al que es apenas una criatura suya), asemeje esa misma entrega en los más débiles.

¿Pero por qué Dios se identifica en los últimos, en la debilidad, en lo pequeño, en lo abandonado? No basta sólo con decir que es propio del espíritu evangélico ayudar a los más necesitados. No habríamos avanzado mucho en nuestra meditación; seguiríamos en el mismo punto. La respuesta reside en la naturaleza del amor de Dios. Toda la existencia del Señor reside en un misterio de entrega absoluta a su criatura por amor. Por amor se encarna en el vientre de María y nace en las modestísimas condiciones que todos conocemos; por amor se hace bautizar como un seguidor más de Juan el Bautista; por amor comienza su evangelización, reclutando a unos pescadores ignorantes y realizando multitud de milagros, curaciones y liberando a los endemoniados; por amor se va al desierto y es tentado por Satanás; por amor, en fin, se somete al juicio de los hombres para ser condenado y ejecutado con muerte de cruz, tras ser terriblemente torturado y humillado. Es decir, Dios se hace no sólo uno de nosotros, sino el más bajo, el más despreciable de nosotros, después de haber sembrado de bien y de verdad todo su peregrinar. Por ello, Dios no puede sino reconocerse en los últimos; y la entrega amorosa a éstos es lo que más pálidamente, muy pálidamente, puede recordar su inconmensurable entrega divina y humana.

Nadie es digno de tal amor. El amor de Dios es la expresión infinita de su gratuidad, de su entrega absoluta de sí. Ninguna criatura merecemos esta donación divina de sí, ni podemos hacer méritos para ello; es más, de lo que hacemos méritos, y más que sobrados, es para nuestra condenación, debido a nuestros pecados. Lo más que podemos hacer en el mejor de los casos, es imitarle. Pero imitarle, insisto como siempre en estos últimos días, desde la verdad, desde nuestro amor a Él. Ese amor irradiará de manera natural a todos los hermanos necesitados, imagen misma de Dios.

El poema de Rilke hace énfasis en esta idea: Dios simboliza la más humilde (más humilde aún que la tristeza de los animales abandonados) realidad que necesita ser acogida por el corazón del hombre, que necesita y ruega ser amado por nosotros, criaturas suyas que existimos por su voluntad. Impresionante el final del poema que simboliza de un modo bellísimo y austero esta gigantesca y misteriosa dicotomía de Dios respecto a los hombres: su voluntaria indigencia en espera de nuestro amor, medio por el cual salvarnos; y su excelsa belleza, bondad y gracia que no merecemos en absoluto:
"En la tormenta aúllas. Y tú eres como un arpa
en que se estrella todo el que la tañe."
("Du heulst im Sturm. Du bist wie eine Harfe,
an welcher jeder Spielende zerschellt.")

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