jueves, 26 de noviembre de 2015

Lecturas del día, jueves, 26 de noviembre. Poema "Esperé un dios en mis días..." de Luis Cernuda. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel (6,12-28):

En aquellos días, unos hombres espiaron a Daniel y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios.
Entonces fueron a decirle al rey: «Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que prohíbe hacer oración, durante treinta días, a cualquier dios o cualquier hombre fuera de ti, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones?»
El rey contestó: «El decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas.»
Ellos le replicaron: «Pues Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni al decreto que has firmado, sino que tres veces al día hace oración a su Dios.»
Al oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar la manera de salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol hizo lo imposible por librarlo.
Pero aquellos hombres le urgían, diciéndole: «Majestad, sabes que, según la ley de medos y persas, un decreto o edicto real es válido e irrevocable.»
Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones.
El rey dijo a Daniel: «¡Que te salve ese Dios a quien tú veneras tan fielmente!»
Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello y con el de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel. Luego el rey volvió a palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder dormir. Madrugó y fue corriendo al foso de los leones.
Se acercó al foso y gritó afligido: «¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte de los leones ese Dios a quien veneras tan fielmente?»
Daniel le contestó: «¡Viva siempre el rey! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho nada, porque ante él soy inocente, como tampoco he hecho nada contra ti.»
El rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso. Al sacarlo, no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. Luego mandó el rey traer a los que habían calumniado a Daniel y arrojarlos al foso de los leones con sus hijos y esposas. No habían llegado al suelo, y ya los leones los habían atrapado y despedazado.
Entonces el rey Darlo escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra: «¡Paz y bienestar! Ordeno y mando que en mi imperio todos respeten y teman al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin. Él salva y libra, hace signos y prodigios en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones.»

Palabra de Dios

Salmo

Dn 3,68.69.70.71.72.73.74

R/.
Ensalzadlo con himnos por los siglos

Rocíos y nevadas,
bendecid al Señor. R/.

Témpanos y hielos,
bendecid al Señor. R/.

Escarchas y nieves,
bendecid al Señor. R/.

Noche y día,
bendecid al Señor. R/.

Luz y tinieblas,
bendecid al Señor. R/.

Rayos y nubes,
bendecid al Señor. R/.

Bendiga la tierra al Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,20-28):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»

Palabra del Señor

Poema:
"Esperé un dios en mis días..." de Luis Cernuda

Esperé un dios en mis días
Para crear mi vida a su imagen,
Mas el amor, como un agua, 
Arrastra afanes al paso.

Me he olvidado a mí mismo en sus ondas;
Vacío el cuerpo, doy contra las luces;
Vivo y no vivo, muerto y no muerto;
Ni tierra ni cielo, ni cuerpo ni espíritu.

Soy eco de algo;
Lo estrechan mis brazos siendo aire,
Lo miran mis ojos siendo sombra.
Lo besan mis labios siendo sueño.

He amado, ya no amo más;
He reído, tampoco río. 

Breve comentario

"Esperé un dios", dice el hombre, para acabar confesando que "ya no amo más." Sin embargo, reconoce que "soy eco de algo". Espera a un dios que no acaba de venir. Y ese dios anhelado y ausente, ¿qué es?: ¿otra persona?, ¿un amado?, ¿un amante? ¿Por qué es "como un agua", siempre inasible? ¿Es una realidad externa a mí, pero soy eco de ella? ¿Cómo es posible que algo que necesito para vivir, incluso aquello de lo que soy reflejo o eco, me deje insatisfecho, huya de mí, hasta el punto de dejarme agotado, incapaz de reír, incapaz de amar? ¿Es ser eco nuestro único modo de vivir? Y si lo somos, ¿por qué nunca encontramos la voz de la que nace? ¿Nadie la encuentra? ¿Por qué no acude a mí lo que deseo y necesito? ¿No existe ese dios del que quise "crear mi vida a su imagen" porque lo siento como una ausencia? Pero si soy eco suyo, ¿no seré parte de ese "algo" que estrecho, miro, beso, aun sintiéndolo aire, sombra, sueño?

Las lecturas litúrgicas nos hablan de un hombre, Daniel, que esperó a su Dios. Y fiel a esa esperanza, Dios acudió a él (¡y de qué modo!). Lucas, en el pasaje de hoy, nos señala que su Dios habrá de volver al final de los tiempos, aunque las señales sean amenazadoras y terribles hasta el extremo. A pesar de tal acumulación de tragedias como las que describe, de dimensiones desconocidas, nos dice: "Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación." Así, se nos anuncia un hecho sumamente paradójico: en medio de la peor de las situaciones imaginables, Dios nos salvará.

Llegados a este punto cabe preguntarse: esa salvación ¿de qué depende? Por la parte divina, a su capacidad de omnipotencia: Dios lo puede todo. ¿Y nosotros? ¿No podemos influir nosotros en nuestra salvación, aunque apenas seamos un pobre eco de la presencia de Dios en esta vida? Sí, pero sólo en la medida en que realmente lo esperemos, que sigamos amando/amándole. A pesar de todo, a pesar de que nos demos contra las falsas luces o las ciertas tinieblas; a pesar de que parezcamos muertos en una vida que no es vida; a pesar de que mi cuerpo y mi alma los sienta como un vacío o como una losa. A pesar de que llegue el fin de los tiempos con horrísono estrépito, nunca dejaremos de encontrarnos "en sus ondas". Sólo así un día llegaremos a abrazarlo, a mirarlo, a besarlo como la realidad más real y más accesible. 

Es cierto que cuando a alguien le han amado mal o poco (no digamos cuando no lo hayan hecho nunca), suele quedarnos un eco de lo que nos falta, y hacemos del eco toda nuestra esencia y capacidad. Pero un eco desgajado de la voz que le da sentido y existencia, es una ficción, y su mensaje, entonces, queda indescifrable. Sólo nos queda en nosotros, en tales situaciones, la sed, pero no el modo de saciarla. Entonces, en nuestro corazón habita de un modo oscuro cuál sería el camino: amar. Pero alienados de su origen nunca damos con el objeto adecuado que nos sacie. Cernuda fue un ejemplo rotundo de esta circunstancia, tan compartida por tantos hoy. Por eso gusta tanto su estética y su sensibilidad. Y tiene razón: somos eco, sí, pero podemos encontrar nuestra voz: sabiendo esperar, esperando siempre. Y cuando lo logramos, en cualquier circunstancia, seguimos amando hasta el final, riendo hasta el final. Y ese final, por muy horrible que parezca, será nuestra liberación.   

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