domingo, 22 de noviembre de 2015

Lecturas del día, domingo, 22 de noviembre (Jesucristo, Rey del Universo). Poema "Tarde te amé" de S. Agustín. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel (7,13-14):

Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 92,1ab.1c-2.5

R/.
El Señor reina, vestido de majestad

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.

Segunda lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (1,5-8):

Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (18,33b-37):

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?»
Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?»
Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

Palabra del Señor

Poema:
Tarde te amé de S. Agustín
  
¡Tarde te amé,
 
hermosura tan antigua y tan nueva,

tarde te amé!

Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera,

Y por fuera te buscaba;

Y deforme como era,

Me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste.

Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo.

Me retenían lejos de ti aquellas cosas

Que, si no estuviesen en ti, no serían.

Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera;

Brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera;

Exhalaste tu perfume y respiré,

Y suspiro por ti;

Gusté de ti, y siento hambre y sed;

Me tocaste, y me abrasé en tu paz.

Breve comentario

Hoy es el día en que se celebra a Jesucristo como Rey del Universo. Al igual que la majestad de Cristo no es al modo de los reyes terrenales, con su corte, su ejército y sus súbditos; y al igual que su vida es ejemplo de una infinita humildad, de un anonadamiento que, cuando lo percibimos un poco, en verdad nos anonada, el reconocimiento de su realeza sólo puede venir del mismo modo: de una apertura de nuestro corazón, de un íntimo descubrimiento de su presencia en nosotros. Cada uno siente esta convivencia íntima con Él de un modo particular, personalísimo. Dios es tan respetuoso con su criatura que no suele invadirnos de un modo arrollador, no entra como elefante en cacharrería, volviendo toda nuestra vida del revés. Por lo general, prefiere no imponerse (no siempre es así). Es un rey tan modesto que respeta que te alejes, aunque le duela. No ejerce su poder para dominarte: quiere tu amor, tu compañía. Pero has de buscarlo, y encontrarlo, en tu deseo de felicidad, de plenitud. Y cuando logras vislumbrarlo, simplemente se queda contigo, como mirándote, sonriendo, confiado, sin exigirte nada, dándote a gozar de su calor, el más acogedor que se pueda experimentar. Luego, se nos va; no, mejor dicho, nos vamos y no por su causa, sino porque no estamos preparados para un amor así, para una gratuidad tan maravillosa, para una simplicidad tan perfecta. Y volvemos con nuestras fantasías llenas de exigencias, prisas, condiciones, voluntarismos, lugares, estados del alma en los que Él nunca puede estar.

He de reconocer que no he sentido la presencia de Dios en mi corazón hasta abrasarme en su paz, como S. Agustín describe en su bella confesión/oración/poema; pero si alguna vez he gozado de un sentimiento de amor, de serenidad, de aceptación, de dulcísima compañía, ha sido siempre cuando me sentía con Él, o Él conmigo. Ninguna relación humana te hace sentir así, ni el amor más profundo que pueda profesar por ti la persona que más te ame. Es una experiencia indescriptible, y, sin embargo, sumamente sencilla, con la sencillez de lo cotidiano: te sientes habitado por Alguien que te ama. No hay música, trompetas, alharacas. No hay solemnidades, ceremonias, ancestrales ritos. No hay brillos de armas, uniformes, estandartes, ruidos de botas chocando sus talones, órdenes de mando, y multitudes en formación. Eres tú solo con Él en tu corazón. Es la experiencia más humilde de mi vida. ...Y la más maravillosa... Por ella, literalmente vivo. Sí, yo también tarde te amé.

Amigos, os puedo asegurar que Cristo es el Rey de reyes, el Rey del Universo.

5 comentarios:

  1. César Fuentes:

    Estas palabras son de un enamorado; así de simple, por lo que sólo resta decir ¡¡Amén!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, pero soy un enamorado que le es infiel. Me quejo de las dificultades de mi vida, y cuando atisbo algo de una plenitud desconocida, no estoy preparado para disfrutar de ella. Mal que me pese, he de seguir abrazándome a mis cruces, y no renegar de ellas. Mientras quiera zafarme de ellas, siempre se me escapará como agua entre los dedos esa presencia liberadora de Dios en mí.

      Nuestro camino de salvación debe ser un camino de cruz. Y reconozco que a veces me siento cansado. Pero no depende de mí liberarme de mi carga. Sin embargo, cuando logro aceptarla, aquella se vuelve ligera y mi yugo leve con su presencia. Tengo que aprender a ser humilde, César.

      Eliminar
  2. César Fuentes:
    Todos tenemos que dejarnos enseñar y, por tanto, aprender a ser humildes, como el Humilde, que Rey se queda entre nosotros en un trocito de pan y un poco de vino....¡¡No lo despreciemos, que nos llama, como enamorado a sus criaturas!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esta mañana he vuelto, César, a acudir a misa a la Parroquia. Por fin, me he confesado y he comulgado. Volveré a la práctica diaria de ir a misa por las mañanas, siempre que pueda. Y a confesar cuando lo precise, que, conociéndome, habrá de ser con frecuencia.

      Como solemos decir, que sea lo que Dios quiera, y no lo que se nos antoje.

      Muchas gracias, César, por tu apoyo y comprensión.

      Eliminar
  3. César Fuentes:

    Bendito sea Dios.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.