martes, 18 de julio de 2017

[#IamCharlieGard] Lecturas del día, martes, 18 de julio. Poema "Breve conversación con Dios" de Guillermo Carnero. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (2,1-15a):

En aquellos días, un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu; ella concibió y dio a luz un niño. Viendo qué hermoso era, lo tuvo escondido tres meses. No pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la embadurnó de barro y pez, colocó en ella a la criatura, y la depositó entre los juncos, junto a la orilla del Nilo. Una hermana del niño observaba a distancia para ver en qué paraba. La hija del Faraón bajó a bañarse en el Nilo, mientras sus criadas la seguían por la orilla. Al descubrir la cesta entre los juncos, mandó a la criada a recogerla. La abrió, miró dentro, y encontró un niño llorando. Conmovida, comentó: «Es un niño de los hebreos.» Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del Faraón: «¿Quieres que vaya a buscarle una nodriza hebrea que críe al niño?» Respondió la hija del Faraón: «Anda.» La muchacha fue y llamó a la madre del niño. La hija del Faraón le dijo: «Llévate al niño y críamelo, y yo te pagaré.» La mujer tomó al niño y lo crió. Cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del Faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, diciendo: «Lo he sacado del agua.» Pasaron los años, Moisés creció, fue adonde estaban sus hermanos, y los encontró transportando cargas. Y vio cómo un egipcio maltrataba a un hebreo, uno de sus hermanos. Miró a un lado y a otro, y, viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena. Al día siguiente, salió y encontró a dos hebreos riñendo, y dijo al culpable: «¿Por qué golpeas a tu compañero?» Él le contestó: «¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? ¿Es que pretendes matarme como mataste al egipcio?» Moisés se asustó pensando: «La cosa se ha sabido.» Cuando el Faraón se enteró del hecho, buscó a Moisés para darle muerte; pero Moisés huyó del Faraón y se refugió en el país de Madián.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 68,3.14.30-31.33-34

R/.
Humildes, buscad al Señor,
y revivirá vuestro corazón


Me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente. R/.

Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío,
el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude. R/.

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.

Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,20-24):

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Breve conversación con Dios de Guillermo Carnero
 
Alguno que otro día
me amanece el deseo de invitarte a un café,
de abrazarme a la certeza
con la que me nombraste para siempre.
Quiero escuchar como respira en vos el universo
y descubrirme en el milagro sin edad de tus pupilas.

Días en los que necesito darte gracias
por lo que me concediste infinito,
por la posibilidad de hacer y re-inventar
cada trozo de vida a mi propia semejanza o a la tuya,
por la angustia y la fe en lo que anhelo,
por la alegría simple de los frutos.

Vos sabes que este amor mío renegó tanto de nombrarte.
Se ufanó de sí mismo,
evadiendo el diálogo cara a cara,
refugiándose en tu sustancia,
cumpliéndote en los principios,
pero sin la humildad serena de aceptarte.

¿De qué he huido?
Si todo rumbo me devolvió tu aliento;
si toda libertad sin vos siempre fue cárcel.
Aquí estoy otra vez,
como emergiendo del útero materno:
confiándote mi vida,
abandonándome a tu ímpetu,
despertando a tu amor,
fundiéndome en tu nombre.
 
 
Breve comentario  
 
Así como hay personas que muestran una especial sensibilidad para captar ciertos estímulos, hay otras que parecen carecer de ella en absoluto. La huella de Dios, su acción y su presencia, puede ser percibida de forma evidente, cuando se manifiesta por medio de milagros, y aun así muchos no sacarán ninguna conclusión para sus vidas: ante lo extraordinario, ante la actuación de la Bondad misma, pasarán embotados sin recibir la menor influencia. Así como hay quienes sólo obedecen a la ley mediante el castigo, los hay que no aman ni aun recibiendo amor, ni aun recibiendo el Amor más grande. A estos últimos les espera la condenación eterna, que ya es condenación aquí abajo, pues todo lo que cosechan en esta vida es, en el mejor de los casos, una satisfacción sin raíces, sin identidad, vacía, alienada de sí, mera impostura de quien no sabe recibir ni dar, de quien en verdad no posee nada habiendo adquirido todo lo que el mundo puede ofrecer. Esta es la razón por la que los ricos tienen difícil el acceso al cielo: no por el hecho de acumular riqueza material, sino sólo por acumular este tipo de riqueza.

Pero como al poeta, Dios siempre espera el momento en que de una vez comencemos a abrir los ojos y le sepamos ver. No importa si nuestra vida ha estado plagada de éxitos para el mundo (como el poeta de hoy) o de fracasos; lo que importa es en qué tipo de persona nos hemos convertido para Dios; si hemos vivido ajenos a Él, si le hemos tenido en cuenta, si está presente en nuestro pensamiento, en nuestras decisiones y en nuestros actos. Que cada uno vea su situación, revise su vida para darse cuenta en qué momentos la presencia del Señor fue evidente y no lo supo ver, qué es Dios en su día a día. Dios espera hasta al más zote para hacerlo renacer de sí, para ganarlo para sí. Y, mientras, Dios sigue actuando, se sigue presentando en nuestra vida, quiere hacerse un hueco en nuestro corazón... ¿Nos damos cuenta?; ¿o seguimos como si  nada ni nadie especial hubiera pasado? ¿Queremos ver(le), o preferimos seguir estando ciegos? ¿Nos compensa más nuestra oscuridad que la luz desconocida de la que huimos? Que cada uno vea lo que hace con su vida.  

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