lunes, 24 de julio de 2017

[#IamCharlieGard] Lecturas del día, lunes, 24 de julio. Poema "Cuando me paro a contemplar mi estado..." de Lope de Vega. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (14,5-18):

En aquellos días, cuando comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, el Faraón y su corte cambiaron de parecer sobre el pueblo, y se dijeron: «¿Qué hemos hecho? Hemos dejado marchar a nuestros esclavos israelitas.» Hizo preparar un carro y tomó consigo sus tropas: tomó seiscientos carros escogidos y los demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales. El Señor hizo que el Faraón se empeñase en perseguir a los israelitas, mientras éstos saltan triunfantes. Los egipcios los persiguieron con caballos, carros y jinetes, y les dieron alcance mientras acampaban en Fehirot, frente a Baal Safón. Se acercaba el Faraón, los israelitas alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos y, muertos de miedo, gritaron al Señor. Y dijeron a Moisés: «¿No había sepulcros en Egipto?, nos has traído a morir en el desierto; ¿qué es lo que nos has hecho sacándonos de Egipto? ¿No te lo decíamos en Egipto: "Déjanos en paz, y serviremos a los egipcios; más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto"?» Moisés respondió al pueblo: «No tengáis miedo; estad firmes, y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad en silencio.» El Señor dijo a Moisés: «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.»

Palabra de Dios

Salmo

Ex 15,1-2.3-4.5-6

R/.
Cantaré al Señor, sublime es su victoria

Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. R/.

El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R/.

Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,38-42):

En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un signo tuyo.» Él les contestó: «Esta generación perversa y adúltera exige un signo; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.»

Palabra del Señor

Poema:
"Cuando me paro a contemplar mi estado..." de Lope de Vega

Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por donde he venido,
me espanto de que un hombre tan perdido
a conocer su error haya llegado.


Cuando miro los años que he pasado
la divina razón puesta en olvido,
conozco qué piedad del cielo ha sido
no haberme en tanto mal precipitado.


Entré por laberinto tan extraño,
fiando al débil hilo de la vida
el tarde conocido desengaño;


mas de tu luz mi oscuridad vencida,
el monstruo muerto de mi ciego engaño
vuelva a la patria, la razón perdida.


Breve comentario

Lo más grave que puede hacer el hombre en esta vida es no creer en Dios. De esta increencia surgirán todo tipo de males, pues aunque todos somos pecadores, creamos en Él o no, lo cierto es que los pecados se justifican mucho mejor si es el pecador quien establece los límites de la bondad y la maldad. Entre los males más graves está el pedirle a Dios que pruebe que es quien dice ser, como si fuera uno más de nosotros: "Dices que eres abogado, a ver el título que lo demuestre". Nada peor que reducir a Dios a la medida del hombre para forzarle a ser lo que queramos que sea, o para descartarle, como si fuera el candidato a un puesto laboral en una entrevista de selección de personal. No cabe mayor ceguera, mayor vileza, mayor mezquindad, mayor alejamiento de la verdad. En consecuencia, el castigo de quien así lo trata será el peor posible: la condenación eterna del infierno.

Hay algo especialmente grave en esta actitud de la soberbia humana: no apercibirse que Dios se presenta del modo más humilde para hacerse accesible a la debilidad del hombre. El soberbio considera que lo superior debe ser grandioso, majestuoso, de presencia y poder tan evidentes como aplastantes... Dios debe ser un "Gran Señor". La élite judía se había ensoberbecido por el hecho de seguir a un Dios que consideraban soberbio en su grandeza. Confundieron el tiro por completo. La omnipotencia divina naturalmente permite un poder infinito, pero no es un poder que se ejerza desde el dominio o la superioridad de quien lo puede todo, sino desde el amor, desde la misericordia, desde la gratuidad de quien se entrega por amor a sus débiles criaturas. Quien no vea que Dios es amor, quien no sea capaz de percibir la bondad de todos sus actos, y lo trate como cualquier cosa, confundiendo la humildad con la que se presenta al hombre con una impostura, merece el máximo castigo divino.

Lope de Vega, hombre pecador, consciente de su falibilidad, arrepentido de sus pecados, en los que incurría una y otra vez, pero con una no menor sed de Dios, siempre tuvo una imagen correcta de sí y de la del Señor. Se sabía indigno de tanto amor; se sabía que por su incorregible tendencia a la lujuria lo hacía despreciable a los hombres y, en primerísimo lugar, a Dios; y que estaba agradecido al Señor porque aun siendo como era, se sabía querido por Él. Todo ello le hacía sentirse al poeta aún más avergonzado de sí mismo y completamente asombrado y perplejo ante tal derroche de amor del Señor, incapaz de compensarle ni en lo más mínimo (al parecer abrazó el sacerdocio para vencer sus tendencias y ofrecerle al Señor una vida de renuncia y sacrificio; sabemos que no lo logró en esta vida). El poeta, con todas sus miserias, estaba situado con respecto a Dios en el lugar adecuado, y por tanto mucho más cerca de Él que los judíos orgullosos de sí y de la imagen de un Dios que no era la verdadera, sino proyección de su miserable soberbia humana. Lope nunca proyectó en Dios nada que le perteneciera a él: el amor carnal con que él se entregó a tantas mujeres bien sabía que no era el amor que Dios desea para sus hijos. Lope supo colocar con gran madurez dentro de su miseria lo que era de Dios y lo que era suyo. En consecuencia se humillaba ante Dios con arrepentimiento y pedía por su conversión de vida, e imploraba su perdón para volver a intentar una y otra vez ser un buen seguidor de Cristo.

Si todos nos parásemos a contemplar el estado de nuestras almas y la trayectoria íntima de nuestras vidas, no cabría el menor orgullo, y menos aún orgullo ante Dios. Sólo quien considera a Dios como una realidad similar a la suya, abarcable como tantas otras a nuestro espíritu de criatura, podrá sentirse orgulloso de las propias mezquindades y miserias, pues habrá convertido a Dios en mero reflejo de aquellas. ...Sí, no hay mayor pecado que extender nuestro envilecimiento a Dios mismo.
 

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