lunes, 20 de marzo de 2017

Lecturas del día, lunes, 20 de marzo, san José. Poema "Paternidad" de Doiraje. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (7,4-5a.12-14a.16):

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." ».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 88,2-3.4-5.27.29

R/.
Su linaje será perpetuo

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R.

Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios,
mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,13.16-18):

Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.» Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.»

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a):

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Palabra del Señor

Poema:
Paternidad de Doiraje

No sueñes con los vientos de la ira y el orgullo,
que el tiempo se te hará seco en tus manos.
Un olvido de la ternura y la ley,
te quebraría las alas; y el vuelo obligado,
una caída infinita, repetida.
No nades, hijo, en el mercurio del odio:
el alma pesaría sobre tu cuerpo,
y el cuerpo pesaría sobre tu nada.

No despiertes a la luna que, dormida, avanza...
Mira las conchas brillar en la orilla;
las pone Dios como señal de humildad.
...La humildad del hombre que brilla
en la aurora de paz que el amor protege,
con luna dormida de conchas.

Breve comentario
  
No puede existir conocimiento sin un sujeto que conoce. Y Dios quiere ser conocido por sus criaturas, por aquellas a las que les ha concedido la capacidad de entendimiento, es decir, los seres humanos. Así, el plan de salvación que Dios ha pensado, propicia la existencia de un sujeto cognoscente (el ser humano) y de un objeto de conocimiento (Dios mismo) que se presenta o se hace patente para ser conocido por aquel; es decir, cuenta con nosotros para darse a conocer. Lo primero que hizo para tal fin fue hacerse accesible, primero con sus palabras con las que "habló por los profetas"; posteriormente, encarnándose en la Persona del Hijo, Jesús. Su encarnación no supuso una mera materialización corporal. No se presentó de la nada con la apariencia de un joven adulto de poco más de treinta años de edad, sin biografía ni pasado. Se encarnó como se encarnan todos los hombres: nace de mujer, en el seno de una familia, en un determinado lugar y en un determinado tiempo histórico. Y como cualquiera, crece, aprende, madura, se hace adulto.

Hay dos grandes salvedades, por así decir, en su historia humana: no está marcado por el pecado y no es engendrado biológicamente de la semilla de su padre. Es en este punto donde aparece la "debilidad" de la figura de José. Si él no es su padre; si su origen es divino, ¿qué papel cuenta en el plan de Dios? En este punto volvemos al comienzo de esta breve exposición. Dios quiere ser conocido, para lo cual debe hacerse accesible: debe ser hombre en todo. Y para ser hombre en todo necesita, como cualquiera, un padre y una madre. José fue el padre terrenal que Cristo necesitaba para ser un hombre. Dios no quiso que su Hijo se saltara ninguna etapa humana en su proceso de maduración. Siendo Dios, era un hombre. Y supo serlo no por su origen divino, lo cual hubiera sido un atajo inaceptable en los planes de Dios, sino porque tuvo un padre y una madre que le amaron como el hijo que era, como el hijo que les necesitaba para formar su personalidad. No olvidemos esto nunca: los romanos crucificaron a un hombre. Pero ese hombre resultó ser Dios en la tierra. Este es el gran misterio o locura del amor de Dios por nosotros. 

De este modo podemos entender de forma clara no sólo la importancia del papel que jugó san José en la historia de la salvación y en la vida de Jesús, sino que no nos cuesta mucho imaginarnos cómo fue como persona (a pesar de los casi nulos datos que han quedado de su figura). ¿Cómo era José? La respuesta a esta pregunta es muy sencilla: como es todo buen padre. Afortunadamente aún quedan muchos (la mayoría) buenos padres que pueden recordarnos su figura. A mí no me cuesta nada imaginarlo, tal vez porque soy hijo de un padre bueno.

Ciertamente la paternidad de José tuvo peculiaridades no pequeñas con respecto a su mujer. La castidad de José es paradigma no sólo de respeto hacia la virginidad de María, sino lo que ello representa: el escrupuloso respeto a los planes de Dios. Lo cual no le impidió ser marido de su mujer, a la que amó como un hombre puede amar a una mujer, pues la castidad no impide el amor; al contrario, lo eleva. Ni le impidió ser padre para su hijo, al que enseñó a ser un hombre, a ganarse la vida, a respetar a los demás, a tomar conciencia de su dignidad... Pues la paternidad de José no podía entrar en contradicción con la palabra de Dios. Ello no sólo por la condición de judío de José, conocedor de las enseñanzas de la Ley, sino debido a que no se puede ser hombre en contra de la naturaleza de lo que Dios ha creado: todo buen padre hace lo que Dios quiere, incluso aunque aquel no lo sepa.

Felicidades a todos los padres, a todos los sacerdotes, a todos los que ejercen funciones de autoridad...; en fin, a todos los que colaboran para que en el mundo siga habiendo hombres, e hijos a los que enseñar a serlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.