lunes, 13 de marzo de 2017

Lecturas del día, lunes, 13 de marzo. Poema "Visita por la tarde" de Antonio Gamoneda. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel (9,4b-10):

Señor, Dios grande y terrible, que guardas la alianza y eres leal con los que te aman y cumplen tus mandamientos. Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos, los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, padres y terratenientes. Tú, Señor, tienes razón, a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los habitantes de Jerusalén, a judíos e israelitas, cercanos y lejanos, en todos los países por donde los dispersaste por los delitos que cometieron contra ti. Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti. Pero, aunque nosotros nos hemos rebelado, el Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por sus siervos, los profetas.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 78,8.9.11.13

R/.
Señor, no nos trates
como merecen nuestros pecados


No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R/.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R/.

Llegue a tu presencia
el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso,
salva a los condenados a muerte. R/.

Mientras, nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas
de generación en generación. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,36-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Visita por la tarde de Antonio Gamoneda
 
Entré en la casa y me quité el abrigo
para que mis amigos no supieran
cuánto frío tenía, pero ellos
dijeron: "Ven, entra en la cocina".
Y la madre hizo fuego para mí.
 
No he podido tener nunca mi fiesta
en paz como aquel día:
el vino en la madera; la mirada
de los niños; las palabras;
el resplandor del fuego...
 
Cuando llegó la noche, la mujer
sacó las manos del agua
y separó los cabellos esparcidos
sobre el rostro cansado.
                                   Y vi el rostro.
Rostro cansado: amor.
                                 Y sonreía.
 
Breve comentario
 
Si el Señor nos tratara como merecen nuestros pecados, ninguno conoceríamos la salvación. Literalmente ninguno. Pero si Dios es misericordioso con nosotros por pura gracia, pues mereceríamos la condenación sin paliativos, ¿cómo no nos va a exigir, que somos lo que somos, que seamos misericordiosos entre nosotros? Si nos perdona, sin merecerlo, ¿cómo vamos a condenar nosotros a su vez? La lógica del amor es aplastante, misericordiosamente aplastante. Con todo, el Señor espera nuestra respuesta. Y cabe que le neguemos, no ya sólo con nuestros pecados, sino con una actitud consciente y deliberada de la voluntad de no reconocer su señorío sobre nosotros. En tal caso, aquellos que así actúen, recibirán de Dios la medida que le han aplicado a Él: la condenación, el castigo eterno.

Reconoce el salmista, en su ruego de perdón al Señor, y en representación de su pueblo, que está agotado. No hay nada más agotador que esta vida donde la misericordia, el perdón, el amor se reduce sólo a círculos íntimos y muy restringidos, quedando para el resto lo que todos conocemos: un entorno competitivo, una soledad entre las multitudes consumistas, un desconocimiento del que vive a nuestro lado, un egoísmo de intereses y miserias, el terrible silencio del materialismo en todas su formas, además de realidades muchas veces difícilmente evitables como las hipocresías, las falsedades, las envidias, los rencores, las incomprensiones, los desencuentros... Sí, vivir así, en una sociedad así, entre personas que nos hemos convertido en "esto", resulta agotador.

Parece que el amor queda para las visitas, como señala el poeta, para las buenas familias (quienes las tengan) y los amigos verdaderos (que se cuentan con los dedos de una mano). Que nuestro rostro se canse de amar, como el de la mujer del poema. A pesar de este mundo condenable y condenado...

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