viernes, 1 de julio de 2016

Lecturas del día, viernes, 1 de julio. Poema "Gorrión" de Vladimir Holan. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la profecía de Amós (8,4-6.9-12):

Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?» Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Aquel día –oráculo del Señor– haré ponerse el sol a mediodía, y en pleno día oscureceré la tierra. Cambiaré vuestras fiestas en luto, vuestros cantos en elegía; vestirá de saco toda cintura, quedará calva toda cabeza. Y habrá un llanto como por el hijo único, y será el final como día amargo. Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que enviaré hambre a la tierra: no hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar la palabra del Señor. Irán vacilantes de oriente a occidente, de norte a sur; vagarán buscando la palabra del Señor, y no la encontrarán.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 118

R/.
No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios


Dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R/.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R/.

Mi alma se consume, deseando
continuamente tus mandamientos. R/.

Escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. R/.

Mira cómo ansío tus decretos:
dame vida con tu justicia. R/.

Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,9-13):

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

Palabra del Señor

Poema:
Gorrión de Vladimir Holan

El gorrión, abandonando una ramita helada
la ha hecho oscilar un poco, de modo que ella contesta [afirmativamente
con una negación a la ciega emotividad.

Un poco de nieve cae de esa ramita.
Pronto será un alud. 

Breve comentario

Como decíamos ayer, Dios toca, acaricia con su "mano de nieve" el arpa de nuestra alma, para sacar de ella lo mejor de sus sonidos, que son los Suyos puestos en su criatura. Siempre Dios se aparece en lo leve, en lo cotidiano, en lo que nadie se apercibe o da importancia, en la piedra que desechan por inútil los arquitectos... Esta vez simplemente mira y dice una palabra que, aunque imperativa, suena muy dulce en sus labios y en aquellos ojos: "Sígueme". Y mira y se lo dice a una de las personas más despreciables de entre los judíos, un publicano, judío recaudador de impuestos para el Imperio romano, que además solían llevarse un buen pellizco de lo que expoliaban a sus propios compatriotas (la corrupción económica desde las instituciones políticas no es un invento moderno ni español).

Y es que, enlazándolo con el comentario de ayer, todos somos ese publicano, todos somos pecadores, todos estamos necesitados de la mirada y la llamada, ambas misericordiosas, de Dios. Y cuando las sentimos, no podemos dejar de seguirle. Como dicen los orientales, y el poema elegido recuerda su sensibilidad, el más largo camino comienza con un paso. En nuestro caso, de esa mirada, de esa llamada interior, de ese dulce Sígueme que no podemos despreciar. Cuando nos sentimos amados por Dios (que eso es lo que significa ser elegidos por Él), nuestra levedad, nuestra nada, nuestra miseria queda completamente transformada, como Mateo, un tipo nada recomendable antes de encontrarse con la mirada del Señor.

Sí, el Señor se posa en nuestra alma como un gorrión, pues de ser otro animal partiría por su peso nuestra debilísima rama de esperanza y de amor. Y sentir su leve peso en nosotros es nuestro pequeño sí, nuestro sacudimiento interior de ramita agradecida porque alguien la ha visitado, esa rama congelada de frío, cubierta de hielo o de la escarcha de la gélida mañana. Decimos sí, y todo ese frío nos lo sacudimos. Y el alud que provocaremos ya está por venir...

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