jueves, 28 de julio de 2016

Lecturas del día, jueves, 28 de julio. Poema "A cierta edad" de Czeslaw Milosz. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (18,1-6):

Palabra del Señor que recibió Jeremías: «Levántate y baja al taller del alfarero, y allí te comunicaré mi palabra.»
Bajé al taller del alfarero, que estaba trabajando en el torno. A veces, le salía mal una vasija de barro que estaba haciendo, y volvía a hacer otra vasija, según le parecía al alfarero.
Entonces me vino la palabra del Señor: «¿Y no podré yo trataros a vosotros, casa de Israel, como este alfarero? –oráculo del Señor–. Mirad: como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano, casa de Israel.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 145

R/.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. R/.

No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes. R/.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,47-53):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos les contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Palabra del Señor
 
Poema:
A cierta edad de Czeslaw Milosz
  
Buscábamos confesar nuestros pecados, pero no había a quién.
Nubes blancas se negaron a aceptarlos, y el viento
Estaba muy ocupado visitando un mar tras otro.
No tuvimos éxito en interesar a los animales.
Los perros, decepcionados, esperaban una orden.
El gato, como siempre inmoral, se fue quedando dormido.
Una persona aparentemente muy cercana
No estaba dispuesta a oír sobre cosas pasadas.
Conversaciones con amigos entre vodka o café
No deberían prolongarse más allá de la primera señal de aburrimiento.
Sería humillante pagar por hora
A un hombre diplomado, sólo por escucharnos.

Iglesias. Tal vez, iglesias. ¿Pero para confesar qué?
Que solíamos vernos hermosos y nobles,
Pero más tarde, en nuestro lugar, un feo sapo
Entreabre su grueso párpado
Y uno ve claramente: “Esto soy yo”.
 
Breve comentario
 
El mundo puede parecer que contiene muchos matices, ambigüedades, interpretaciones, tonalidades, intensidades, y es cierto; pero todas pueden referenciarse a la libertad humana con respecto a Dios. Aunque el hombre se vea sujeto a mil influencias pasadas o presentes; aunque sus decisiones se vean constreñidas en no pequeña medida por sus capacidades, experiencias y heridas; aunque quepa considerar mil factores para calificar moralmente sus actos con justicia y verdadera comprensión, lo cierto es que todo ello cobra una palmaria sencillez a la luz de la voluntad de Dios, sobre todo cuando la persona, con recta conciencia y formación, pretende cumplirla. Y es que ante el bien y ante el mal todo se define perfectamente. Y optamos. Esta elección es tan clara como nuestra libertad; y tan clara como la Palabra de Dios en esta parábola sobre el Reino de los cielos. Pues incluso sin habernos creído nunca hermosos y nobles, lo cierto es que todos conocemos el feo sapo que somos.

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