jueves, 4 de octubre de 2018

Despedida

Cumplido razonablemente el objetivo inicial que me propuse al comenzar este blog un 16 de septiembre de 2015, creo llegado el momento de ponerle fin. En estos tres años he cubierto las lecturas de los tres ciclos litúrgicos. Aunque no he escrito todos los días, las cifras resultantes dan una idea de lo razonable de este esfuerzo: casi un millar de poemas colgados, más de trescientos autores citados, más de quinientos comentarios... El primer sorprendido de esta constancia soy yo. Supongo que no habré acertado muchas veces, ni en la elección de los poemas, ni en la meditación comentada. Lo único de lo que estoy seguro es de mi tranquilidad de conciencia: lo he intentado hacer lo mejor posible. Por otra parte, creo con sinceridad no haber hecho afirmación doctrinal o moral gravemente errónea. Seguro que no me expresé bien en según qué cosa o que no supe ser lo explícito que requería la cuestión, etc. En cualquier caso, fui sincero siempre en este empeño que a mí no me toca valorar.

Reconozco haber pasado por momentos de cansancio, de querer dejarlo; pero ha habido otros, mucho más numerosos, que los han compensado con creces. Puedo decir que hacer este blog ha sido una experiencia maravillosa que ha trascendido con mucho mis expectativas primeras. Ha sido para mí un motivo y un lugar de hallazgos y descubrimientos. Hallazgos y descubrimientos en la Palabra de Dios que hasta ahora no había reparado, y de hallazgos y descubrimientos de poetas, no pocos totalmente desconocidos para mí. Si al comienzo pensé que este era un proyecto enteramente mío, con el paso de los meses, la dirección del blog se me fue, de forma bendita, yendo de las manos. Al menos el último año y medio yo ya no decidía nada; el blog iba por sí solo. Si no fuera pretencioso decirlo por mi parte, cabría afirmar que el Señor se hizo cargo de esta empresa. Esa fue la época de los hallazgos a los que antes me refería. Y me dejé hacer en la medida que fui perdiendo el miedo a no dirigir lo que supuse con ingenuidad mío.

Deseo de corazón que haya podido ayudar a alguien a acercarse a las Sagradas Escrituras sin prejuicios. Esa era mi finalidad principal. Por ello puse en relación el mundo de Dios con el de los hombres, poetas muchos de los cuales eran agnósticos, homosexuales, alcohólicos, comunistas, enfermizamente tímidos e inseguros, vanidosos, solitarios, depresivos..., pero todos con algo en común: buscaban a Dios, incluso desesperadamente, aun sin saberlo. La poesía es la forma más profunda de escritura. Esa profundidad no está relacionada tanto con la complejidad formal de la misma, como con la hondura de su contenido, de su relación íntima con la verdad humana. La poesía es una forma esencial de libertad, y nos hace libres porque está llena de verdad. Es la verdad de la que forma parte lo que hace a la palabra palabra poética. En efecto, la verdad nos hace libres, nos hace buenos, nos hace bellos: la verdad lleva al canto.

Quiero dar las gracias a los amigos que me han dado ánimos para continuar. Cuando se está solo, esa presencia es invalorable siempre. Gracias, pues, a César, a Rocky y sus formidables traducciones y su no menos formidables generosidad y atención, a Gabriel, a Miguel Ángel, a Gregorio, a Rubén, a Kufisto, a Priede, a Sergio, a Luis..., y a todos los que en silencio sé que me habéis visitado, incluso con asiduidad. Sin vosotros, este esfuerzo no tendría ningún sentido. Dios quiera que este blog le haya hecho bien a alguien alguna vez. Con esto ya me daría por satisfecho.

Las despedidas cuanto más breves mejor. Es hora de decir adiós o hasta siempre. ...O hasta luego, que los caminos de Dios sólo Él los conoce.

Agradeciendo de nuevo vuestra confianza y atención, recibid un saludo muy afectuoso.

Un abrazo a todos en el Señor.

Doiraje.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por el blog y tus amables palabras, doiraje.

    Precisamente las lecturas de ayer día cuatro incluían este pasaje de Job:
    "Yo sé que mi redentor vive y que al final se alzará sobre el polvo: después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios.

    Yo mismo lo veré, y no otro; mis propios ojos lo verán.
    ¡Tal ansia me consume por dentro!"
    , Job, 19:26-27.

    Ese es el anuncio que llevan los 72 discípulos por los pueblos en el Evangelio. Incluso al pueblo que los rechaza y cuyo polvo se sacuden de las sandalias, el lugar del que afirma Jesús "que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad"; incluso a ese pueblo le anuncian:
    "De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado".

    Todos debemos saber que ese Reino ha llegado y espera que entremos en Él. Los poetas que has ido trayendo al blog iban expresando, desde su pecular comprensión o rechazo al anuncio explícito del Reino, el mismo anhelo de ver a Dios que Job:

    "¡Tal ansia me consume por dentro!"

    Un abrazo muy fuerte en el Señor, doiraje.

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    1. Muchas gracias a ti, Rocky, por tu participación en este rincón.

      Así es, esa es nuestra esperanza y nuestro anhelo más profundo. Ojalá haya podido transmitir, siquiera sea mínimamente, con este blog la idea de que la Palabra de Dios es el más actual de los mensajes, el más vivo, en el que hallamos no sólo consuelo, sino el fundamento de todo nuestro deseo de plenitud y felicidad.

      Dios te bendiga, Rocky.

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