martes, 24 de julio de 2018

Lecturas del día, martes, 24 de julio. Poema "Hay zonas generales" de Robert Frost. Breve comentario

Primera lectura 
Lectura de la profecía de Miqueas (7,14-15.18-20):


Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, en medio del Carmelo. Pastarán en Basán y Galaad, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios. ¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 84,2-4.5-6.7-8

R/.
Muéstranos, Señor, tu misericordia

Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira. R/.

Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad? R/.

¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,46-50):

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.
Uno se lo avisó: «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.»
Pero él contestó al que le avisaba: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»

Palabra del Señor

Poema: 
Hay zonas generales de Robert Frost 

Nos sentamos adentro y conversamos del frío que hace afuera.
Y cada vendaval que arremete y arrecia
pone en riesgo la casa. Pero la casa ya pasó otras pruebas.
Pensamos en el árbol. Si nunca más tiene hojas,
sabremos, nos decimos, que fue esta la noche de su muerte.
Es demasiado al norte, lo admitimos, para plantar duraznos.
¿Qué le sucede al hombre, es el alma o la mente
quien le impide estar preso por límites, fronteras?
Parece que aspirara a ampliar el radio
de las formas de vida hasta el Ártico.
Por qué no acaba nunca de aprender
que aunque entre el bien y el mal no hay líneas fijas
hay zonas generales con leyes que observar.
No hay mucho que podamos hacer hoy por el árbol.
Pero es inevitable, nos sentimos un poco traicionados,
porque vino a soplar el viento noroeste
justo cuando cayó el frío bajo cero.
No tiene hojas el árbol y quizás nunca broten otra vez.
Para saber habrá que esperar meses, hasta la primavera.
Pero si nunca más vuelve a crecer,
podrá culpar al rasgo ilimitado del corazón humano.

There are roughly zones

We sit indoors and talk of the cold outside. 
And every gust that gathers strength and heaves 
Is a threat to the house. But the house has long been tried. 
We think of the tree. If it never again has leaves, 
We'll know, we say, that this was the night it died. 
It is very far north, we admit, to have brought the peach. 
What comes over a man, is it soul or mind 
That to no limits and bounds he can stay confined? 
You would say his ambition was to extend the reach 
Clear to the Arctic of every living kind. 
Why is his nature forever so hard to teach 
That though there is no fixed line between wrong and right, 
There are roughly zones whose laws must be obeyed. 
There is nothing much we can do for the tree tonight. 
But we can't help feeling more than a little betrayed 
That the northwest wind should rise to such a height
Just when the cold went down so many below. 
The tree has no leaves and may never have them again. 
We must wait till some months hence in the spring to know. 
But if it is destined never again to grow, 
It can blame this limitless trait in the hearts of men.

Breve comentario

Estamos ante otro de esos episodios de la vida de Cristo que nos desconciertan. ¿Cómo puede el Señor ser tan duro con su familia, con su madre a la que se cita específicamente en el pasaje? ¿María merecía semejante contestación de su hijo? ¿Estaba escarneciendo públicamente a sus parientes? ¿Cómo es posible? Quizá lo que primero debamos señalar es que el Señor aprovecha cada situación concreta que le surge para ofrecer una orientación de vida específica, pero genérica, es decir, normativa, a sus discípulos. Que sus parientes más o menos directos merecieran ese trato es algo que desconocemos. Que María, bendecida por Dios con las mayores gracias que ningún ser humano ha gozado jamás, no parece que fuera una madre deficiente, es algo obvio; aunque teniendo por hijo a Dios, ¿qué madre puede estar a la altura? El Señor, más allá de las circunstancias del momento, aprovecha esta situación para establecer una verdad: el fundamento de la familia es el amor. Así, desde esa nueva perspectiva, los vínculos parentales se relativizan en su importancia: si no hay amor, la consanguinidad pasa a un segundo plano a ojos de Dios.

Como vivimos en tiempos en los que, dada nuestra casi inconcebible degradación moral, hasta lo más elemental se confunde, hay que precisarlo todo. Si dos homosexuales se "aman", lo que formen, su convivencia, ¿es una familia? En absoluto. Del mismo modo que una familia compuesta por un hombre y una mujer casados ante Dios y con varios hijos nacidos de su unión no son familia más que formalmente si en esos vínculos no hay amor. El evangelio en este pasaje es inequívoco: "El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre." El amor no lo define una atracción sexual o afectiva, no es un mero sentimiento, una conveniencia social, un pacto entre partes con intereses comunes, ni ninguna otra razón que no sea el cumplimiento de la voluntad de Dios.

Una pregunta obvia que se nos viene a la mente en este punto es cómo saber cuál es la voluntad del Padre para mí en cada momento de mi vida. En primer lugar, respetando el orden natural de la Ley de Dios: de la unión de dos homosexuales o de un perro y un ser humano, no nace amor alguno. Que en la multitud de relaciones humanas posibles surgen todo tipo de fenómenos vinculares (deseo, dependencias afectivas de lo más diversas, relaciones narcisistas, de competencia, colaborativas, etc.), lo sabemos todos, pero nada de todo aquello es amor. En segundo lugar, respetar el orden moral que el Señor ha prescrito. El amor nunca puede suponer la anulación de la moralidad pública y privada. Por poner un ejemplo muy de actualidad, si un marido muele a palos a su mujer no es amor; tampoco si se acuesta con otra, o sin acostarse, está pensando constantemente en otras mientras tiene medio abandonada a su mujer. No puede haber infidelidad a una persona y amor por ella, por mucho que hoy se admita esa contradicción existencial de primer orden. En tercer lugar, que debería ser el primero, como criaturas debemos vivir abiertos al Creador. La vida espiritual y de oración no reside sólo en acudir a misa los días preceptivos, repetir ciertas rúbricas de forma mecánica o hacer retiros de vez en cuando (tampoco lo es hacer eso que llaman "turismo religioso"). La vida espiritual es ante todo una vida de relación con el Señor, un estar atento siempre a su presencia, a lo que nos va señalando en los acontecimientos de nuestra vida. Y puede que sintamos, en ese entorno verdaderamente orante, que una persona nos conviene y otra no, que alguien ha nacido para nosotros y nosotros para ella. Y luego, o, mejor dicho, simultáneamente está el cultivo de las virtudes prácticas, no sólo las teologales que son su base.

La tragedia del hombre es que siempre tiene que torear con el pecado original, con la pretensión de ser el dios de su propia vida. ¿En razón de qué el Padre me prohíbe comer del árbol prohibido? ¿Qué orgullo anida en mi corazón que hace que plante un melocotonero en una tierra demasiado fría? ¿Por qué no soy capaz de respetar los límites de lo que existe, sus leyes, su naturaleza? ¿Por qué ignoro que "hay zonas generales con leyes que observar" (el original inglés es mucho más rotundo: habla de leyes que deben ser obedecidas -"There are roughly zones whose laws must be obeyed"-). Y esto no sólo se trasluce en las grandes leyes que puede promulgar un gobierno o un Estado ateo (aborto, divorcio, anticoncepción, gaymonio...), sino en la cotidianidad más pedestre. Hoy he vuelto a sufrir las iras de un individuo que se negaba a pasear a su perro sujeto con correa en un lugar público. Y ello de forma premeditada, sabiendo que he de pasear solo porque a mi mujer le aterroriza que se le acerquen perros sin control. Con una manzana tomada de un árbol prohibido el escritor inspirado por el Espíritu ejemplificó a la perfección la miseria moral de nuestra naturaleza: nuestra eterna desobediencia. Aunque entre el bien y el mal, lo acertado y lo erróneo, en efecto, las líneas pueden ser delgadas, lo cierto es que hay vastísimas, enormes, indefinidas o indeterminadas áreas en las que hay leyes que debemos obedecer y cumplir. Sólo entonces formaremos una verdadera familia.

4 comentarios:

  1. Este poema de Robert Frost está traducido, junto con otros, por Eleonora González Capria y Ricardo H. Herrera. Hacen una execelente labor y obviamente han entendido a la perfección lo que el poeta quería decir.

    Sólo cabría señalar que toda esa noche a la que quizás no sobreviva el albaricoque soplaba un vendaval y que ese "vendaval" que figura en el segundo verso debería ser 'ráfaga' o 'racha', pues eso significa 'gust'.

    Más interesante resulta el problema del título del poema: "There are roughly zones". Una traducción literal sería "En líneas generales, existen zonas", "Hay zonas aproximadamente", "Más o menos existen zonas". A efectos de dar un título, es un acierto transferir el significado de 'roughly' a las zonas, como un adjetivo. Es como si se estuviera traduciendo del inglés: "There are rough zones".

    La idea está clara: la frontera entre el bien y el mal no se define por una línea nítida, sin que esto impida apreciar zonas amplias donde no hay dudas de qué predomina y, por tanto, en esas zonas veamos leyes que deben obedecerse. Ahora bien, ¿cómo calificar exactamente esas zonas? El término que elijamos tiene que responder fielmente a la idea transmitida por Frost, pero resulta inevitable que trasluzca nuestra propia percepción del problema.

    Las "zonas generales" tienen la ventaja de sugerir regiones en el territorio de la decisión moral donde el bien o el mal son patentes. Ahora bien, 'general' se opone a 'particular' e introduce un matiz de confusión no despreciable, que no termina de reflejar la causa del título: esas regiones amplias delimitadas aproximada, vaga, confusa o imprecisamente. La imagen quedaría también incompleta al emplear únicamente uno de estos adjetivos: zonas imprecisas, aproximadas, etc., pues se haría hincapié en lo difuso del contorno omitiendo la seguridad moral que se experimenta lejos de las fronteras y el territorio disputado entre las regiones.

    Yo podría inclinarme por una solución algo perifrástica y salomónica. El verso en cuestión (13º) quedaría así:
    Existen amplias regiones imprecisas cuyas leyes deben obedecerse
    y el título quedaría:
    Existen amplias regiones imprecisas.

    Sin embargo, no termina de satisfacerme la solución y creo que lo más adecuado sería recurrir a otro modo de expresar la relativa imprecisión de la decisión moral que recoge 'roughly' y redactar así los versos duodécimo y décimo tercero:

    "que, aunque no existe una frontera definida entre el bien y el mal,
    atisbamos regiones cuyas leyes es preciso obedecer"
    .

    Así, el título quedaría poético y sugerente: "Atisbamos regiones". Entre los sinónimos de atisbar: columbrar, otear, vislumbrar..., creo que el verbo elegido es el más adecuado, pues sus diferentes acepciones van desde ver claramente a conjeturar.


    Muchas gracias por el blog y un abrazo, doiraje.

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    1. Completamente de acuerdo, Rocky. En lo que se me alcanza, la traducción es muy buena. Por precisar algo, hay un matiz indudable en cuanto a la fuerza del sentido de la acción entre "observar" una ley, y "obedecerla". Ambos son sinónimos, pero el énfasis es muy distinto, y Frost, poeta de una gran riqueza léxica en su aparente sencillez, eligió darle toda la fuerza a su mensaje en este punto.

      En efecto, ese "roughly" es donde se resume o concentra la esencia del poema, de ahí que sea el título del mismo. La ambigüedad propia que designa su campo semántico refleja muy bien lo que el poeta quiere decir, como acertadamente has señalado. El bien o el mal no sólo ejercen una influencia inequívoca allí donde los mandatos morales son rotundos y expresos. En el precepto "No matar" no cabe ninguna duda. Hay la claridad es meridiana. Pero resulta que el mal puede matar sin que se precise una violencia física. Son zonas fronterizas, poco precisas, vagas, indeterminadas, en las que ese mandato también es vigente: se mata con la indiferencia, con el abandono, con la humillación, con la explotación del débil, con la mentira... Y, en efecto, en esas zonas imprecisas siguen existiendo leyes que debemos obedecer.

      Gracias a ti siempre, Rocky. Un placer leerte, y un honor tu visita.

      Un abrazo fuerte.

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    2. Quise decir (perdón):

      "...AHÍ la claridad es meridiana..."

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  2. Un gran poeta logra sumergirse en misterios del alma humana, iluminarlos o simplemente acompañarnos al enfrentarnos a ellos, partiendo de una anécdota nimia: el melocotonero que quizás no sobreviva al viento del norte.

    Muchas gracias a ti por traer estos versos, doiraje.

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