sábado, 10 de junio de 2017

Lecturas del día, sábado, 10 de junio. Poema "Las cosas viejas" de María Elvira Lacaci

Primera lectura

Lectura del libro de Tobías 12, 1.5-15.20

Así es que lo llamó y le dijo: "Como paga, toma la mitad de todo lo que has traído, y vete en paz". Entonces Rafael llamó aparte a los dos y les dijo: "Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los beneficios que os ha hecho, para que todos canten himnos en su honor. Manifestad a todos las obras del Señor como él se merece, y no seáis negligentes en darle gracias. Si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas y proclamarlas como se merecen. Obrad bien, y no os vendrá ninguna desgracia. Más vale la oración sincera y la limosna generosa que la riqueza adquirida injustamente. Más vale hacer limosnas que atesorar dinero. La limosna libra de la muerte y espía el pecado. Los que hacen limosna se saciarán de vida. Los pecadores y los malhechores son enemigos de sí mismos. Os descubriré toda la verdad sin ocultaros nada. Ya os dije que si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas como se merecen. Pues bien, cuando Sara y tú estabais rezando, yo presentaba al Señor de la gloria el memorial de tu oración. Lo mismo cuando enterrabas a los muertos. Y cuando te levantaste de la mesa sin dudar y dejaste la comida por ir a enterrar a aquel muerto, Dios me envió para probarte; pero me ha enviado de nuevo para curarte a ti y a tu nuera Sara. Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio de Dios y tienen acceso ante el Señor de la gloria. Así, pues, bendecid al Señor en la tierra, dad gracias a Dios. Yo subo ahora al que me envió. Vosotros escribid todo lo que os ha ocurrido".

Palabra de Dios

Salmo

Tb 13, 2.6.7.8

R/. Bendito sea Dios, que vive eternamente

Él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano. R/.

Veréis lo que hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos. R/.

Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder a un pueblo pecador. R/.

Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizá os mostrará benevolencia
y tendrá compasión. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,38-44

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa". Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: "Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir".

Palabra del Señor

Poema:
Las cosas viejas de María Elvira Lacaci

Qué boba soy, Señor,
-me da vergüenza que lo sepa alguien-,
con cuántas cosas cargo. Sin motivo.
Esta pluma así vieja que ha girado mi llanto.
Este abrigo teñido, o mejor, desteñido,
porque cuántos inviernos...
Esta horrorosa planta
tan raquítica
como mi corazón,
porque ha sobrevivido -como él-
la angustiosa miseria
de la ventana
oscura
de este patio indecente.
Y así,
muchas cosas menudas
que yo siento. Indefensas.
Y debiera dejarlas,
jubilarlas, tirarlas; ahora
ya podré cambiarme,
-el nuevo sueldo de los funcionarios...-.
Pero no. No podría
olvidarlas,
y llevaré conmigo
estas pequeñas cosas así dóciles.
(Sería tan cruel si las dejara...)
Ellas,
compartieron mis horas de agonía. No los seres humanos.
Además
tengo miedo, Señor.
Otro sitio. La Vida,
y seguiré tan sola. Desgajada,
y estas cosas
amigas,
pronunciarán mi nombre
desde su silencio.
Y cuando allá muy dentro
la ternura,
me arañe y me desgarre -por tenerla encerrada-,
lo mismo que otros días,
yo miraré estas cosas
tan sencillas, tan mínimas,
tan entregadas desde su inconsciencia,
y, lentamente,
mis venas,
se irán tornando mansas. Sosegadas.

Oh, Señor, si al menos
pudieran comprender cómo las amo. 

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