miércoles, 28 de junio de 2017

Lecturas del día, miércoles, 28 de junio. Poema "El balance" de Jorge Guillén. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (15,1-12.17-18):

En aquellos días, Abrán recibió en una visión la palabra del Señor: «No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante.» Abrán contestó: «Señor, ¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?» Y añadió: «No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará.» La palabra del Señor le respondió: «No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas.» Y el Señor lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.» Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?» Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Eufrates.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 104,1-2.3-4.6-7.8-9

R/.
El Señor se acuerda de su alianza eternamente

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R/.

Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R/.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R/.

Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

Palabra del Señor
 
Poema:
El balance de Jorge Guillén 

Pasan los años y el fatal balance
Se impone ya a los más desprevenidos.
¿Qué me propuse, qué logré, qué alcance

Tuvieron mi agudeza, mis sentidos?

Es inútil que un modo siempre astuto

De mentirme despliegue sus sofismas.
Con la verdad al fin ya no discuto.
Mis ilusiones hoy no son las mismas.

¿Me queda la ilusión de ser yo mismo
Quien vale más que el propio resultado?
La experiencia retorna al catecismo.
Mi ser es mi vivir acumulado.

Si se perdió un gran don, si no fue nada,

Para consuelo crecerá el orgullo.
Una potencia así despilfarrada

Favorece monólogo y murmullo.

El de veras humilde pone el peso

De su ser en su hacer: yo soy mi suma.
De pretensión a realidad regreso.
Pulso del oleaje esfuma espuma.


Breve comentario

Lo más característico de la mentira es la ocultación. Nunca la mentira se presenta de cara, frontalmente, con transparencia, rasgos éstos más propios de la verdad. Así, para poder distinguirla, debemos esperar a ver los efectos que produce, sus frutos. Entonces, lo que estaba oculto sale a la luz. Los efectos siempre participan de sus causas de forma necesaria: aquello que nace del mal sólo puede producir mal. Únicamente la gracia de Dios puede sacar del mal bien, pues la gracia puede sobreabundar al pecado. Pero cuando el ser humano vive en la mentira, sus frutos no pueden ser otra cosa que mentira. Nuestras vidas se miden no por nuestras palabras, ni siquiera por nuestros propósitos (no pocos de ellos que ignoramos), sino por nuestras acciones y sus consecuencias.

Siempre debemos estar razonablemente alerta de esta característica fundamental del mal. El mismo hecho de su ocultación multiplica el daño. Es difícil evitar que la mentira se cuele en nuestras vidas, pero al menos, como el cáncer, que la sepamos detectar con prontitud, para que sus efectos deletéreos sean los menores posibles. Como ya he dicho en otras ocasiones, la peor mentira no es la que procede de fuera, sino la que nace en nuestro corazón. Esta última es la más insidiosa, la más penetrante, la que más nos ataca y daña. Pero como cualquier otra maldad, por sus efectos la conoceremos.

En este poema de Guillén, que pertenece ya a su ancianidad, se describe con sobrio y austero realismo la actitud que el paso del tiempo nos impone a todos llegados a un cierto punto de nuestra vida: la de hacer balance. He querido elegir esta temática, pues es tarea de todo cristiano plantearse sobre qué bases está fundamentando su existencia, sus decisiones, sus actos y sus objetivos. Un balance de vida, como cualquier otro, cabe realizarlo en función de diversos criterios: éxito de nuestras iniciativas, satisfacción personal, cumplimiento de nuestras expectativas... Pero todo ello valdrá de muy poco si no lo sopesamos a la luz de la verdad. Este es el verdadero balance, y la verdad, como la mentira, se distingue por sus frutos, que no coinciden necesariamente (ni menos aún deben coincidir) con el éxito, el beneficio económico o el reconocimiento social. De cara a Dios, podemos morir de éxito, y condenar nuestra alma para toda la eternidad. La bondad de los frutos nacidos de un alma buena pueden ser tenidos por nada para un mundo donde reine la mentira y el mal.

Siguiendo al poeta, en mi personal balance, no sé los dones que despilfarré, si es que conté con alguno, aunque alguno debió de existir, pues he caído en el monólogo y el murmullo. Aunque todavía no tengo los setenta años con los que Guillén escribió el poema, tras lo que ha llovido en mi vida, yo tampoco "Con la verdad al fin ya no discuto." Seamos humildes como dice el poeta, y hagamos de nuestro ser nuestro hacer, nuestro "vivir acumulado". Y acabar concluyendo una profunda verdad que suscribo con más convicción cuanto más viejo me voy haciendo: "La experiencia retorna al catecismo."

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