lunes, 11 de enero de 2016

Lecturas del día, lunes, 11 de enero. Poema "Alguien que no conozco me pregunta..." de Enrique Badosa. Breve comentario

Primera lectura

Comienzo del primer libro de Samuel (1,1-8):

Había un hombre sufita, oriundo de Ramá, en la serranía de Efraín, llamado Elcaná, hijo de Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita. Tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Fenina; Fenina tenía hijos, y Ana no los tenía. Aquel hombre solía subir todos los años desde su pueblo, para adorar y ofrecer sacrificios al Señor de los ejércitos en Siló, donde estaban de sacerdotes del Señor los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés. Llegado el día de ofrecer el sacrificio, repartía raciones a su mujer Fenina para sus hijos e hijas, mientras que a Ana le daba sólo una ración; y eso que la quería, pero el Señor la había hecho estéril. Su rival la insultaba, ensañándose con ella para mortificarla, porque el Señor la había hecho estéril. Así hacía año tras año; siempre que subían al templo del Señor, solía insultarla así.
Una vez Ana lloraba y no comía. Y Elcaná, su marido, le dijo: «Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué te afliges? ¿No te valgo yo más que diez hijos?»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 115,12.13.14.17.18.19

R/.
Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor. R/.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Palabra del Señor
 
Poema:
"Alguien que no conozco me pregunta..." de Enrique Badosa
 
Alguien que no conozco me pregunta
si recuerdo las cosas que he perdido,
cómo vivo mi tiempo de estar solo
y qué digo de mí, en cuanto escribo.
 
Alguien que no conozco me detiene,
me acompaña y me entrega un nuevo libro,
borra los viejos nombres de las calles
y teme mi silencio... Alguien ha visto
mi severa soledad, me ha buscado
para romper espejos escondidos,
para encender las luces de mi casa
y ver claro en los días que medito.
 
Alguien prosigue junto a mí, recuerda
que en las plazas oscuras hace frío,
y que es hora de andar muy cautamente
y que el tiempo de ayer ha transcurrido.
 
Alguien me está mirando y se entristece
y sabe las palabras que no he dicho.
¡Alguien llama a mi puerta mal cerrada,
y pide que le deje andar conmigo!  
 
Breve comentario
 
La Verdad no existe para ser atesorada por los hombres, como si fuera un patrimonio en peligro de perderse o de ser sustraído por ladrones. La Verdad tampoco existe para ser usada a modo de título de excelencia individual, como un éxito personal académico o profesional. La Verdad tampoco puede ser el premio que llena de orgullo al cumplidor de toda hora y de toda exigencia, fruto final de intensos y onerosos desvelos. La Verdad nunca puede significar elitismo, prestigio, exclusividad, superioridad...

La Verdad está para ser conocida por todos, para darse, para compartirse, para regar a todos con su luz y con su agua de bien, de justicia y de belleza. Si ayer vimos que la gracia bautismal que Dios derrama en nosotros es un bien que debemos extender a todos los hombres, va de suyo que Él nos quiera pescadores, pescadores de hombres. Bien, pues intentemos en la medida de nuestras posibilidades, de los carismas que Dios regala a cada uno, caminar junto a ellos.

¡Es tan difícil caminar así con nadie hoy!; ¡el hombre contemporáneo es tan celoso de su intimidad, de sus certidumbres, de sus dudas y de sus rechazos...! Sin embargo, podemos intentar al menos andar con ellos, sólo andar, sin decir palabras, compartiendo un espacio casual, un tiempo cotidiano... Y luego, Dios dirá..., que siempre es Dios quien habla lo que merece la pena. Porque incluso los más duros de corazón siempre tienen mal cerradas sus puertas...

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