jueves, 7 de enero de 2016

Lecturas del día, jueves, 7 de enero. Poema "Acto de fe" de Javier de Bengoechea. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,22–4,6):

Cuanto pedimos lo recibimos de Dios, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio. Queridos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo. Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 2,7-8.10-12a

R/.
Te daré en herencia las naciones

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra.» R/.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,12-17.23-25):

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba. Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania.

Palabra del Señor
 
Poema:
Acto de fe de Javier de Bengoechea
 
Yo te ofrezco, Señor, mi paso humilde
de pobre caracol, por las veredas
empinadas y estrechas de tus límites.
 
No me des nubes, ni me prestes alas:
para llegar a Ti, yo quiero andar
a pie, por los caminos de tu gracia.
 
Que no note tu ayuda. Que mi paso
no tenga que apoyarse en las muletas
para enfermos sin fe, de tu milagro.
 
No montes para mí la gran tramoya
de tu dúo difícil con el trueno, 
sino el sencillo charlar de la parábola.
 
Ni es preciso, Señor, que te molestes
en explicarme a mí tu teorema
con un extraño número de peces.
 
Yo siento tu delicia en el sencillo
acariciar el viento mi fatiga,
cuando mueves tus manos de abanico.
 
Todo lo sé, porque el dolor ahora
es el milagro que mejor me explica
el luminoso enigma de tu sombra.
 
Porque puedes multiplicar mi hambre,
y yo te seguiré por los caminos,
sin recurrir al truco de los panes. 
 
Breve comentario
 
La primera lectura de hoy comienza con rotundas afirmaciones: "Cuanto pedimos lo recibimos de Dios, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada." ¿Recibimos lo que pedimos?; ¿guardamos sus mandamientos?; ¿hacemos lo que le agrada? En la medida que sabemos pedir, Dios sí nos lo concede. En la medida que sabemos guardar sus mandamientos y que con nuestra vida le agradamos, también. El mandamiento principal es el del amor a su Persona, que debe traducirse en el amor a todo lo creado por su mano. Y amarle es reconocer su señorío sobre nuestras vidas; señorío que es dominio de amor, de plenitud, jamás de explotación o alienación.
 
Pero somos débiles. Y Él lo sabe. Siempre debemos estar en perpetua conversión. El amor a Dios en este mundo es un peregrinar, en el cual nos acompañan con la esperanza, la fe y el amor, la duda, la mundanidad en todas sus formas, el cansancio, la noche, la desesperación...: los diversos efectos de los espíritus que no proceden de Dios, sino del desafío a su señorío. El poeta muestra una fortaleza extraordinaria en su fe en los versos que he traído hoy aquí. Cuando estamos débiles, cuando apenas podemos seguir caminando el camino de Dios, cuando hemos pecado y arrepentidos, volvemos a pecar, cuando el mundo nos hiere y cuando nosotros nos herimos con el mundo y herimos a otros a su vez, es muy difícil no pedir a Dios señales, milagros, resultados ciertos de su presencia en nuestras vidas. Y es que la fe es una espera, y la esperanza un amor que, en la medida que va echando raíces en nuestro corazón, va exigiendo menos, va sabiendo pedir lo justo, va discerniendo cuáles son nuestras verdaderas y últimas necesidades. Hace falta una gran sabiduría no sólo moral, sino profundamente espiritual para ofrecerle a Dios lo poco o casi nada que somos, y esperar que Él con ese ofrecimiento desnudo y humilde, disponga. Y como Amor que es, siempre es para bien.
 
Adentrémonos, a pesar de las muchísimas dificultades y de los muchos espíritus que nos desvían del camino, en este arte de pedir bien, de agradar al Señor con nuestra fe y nuestra esperanza, de conocernos en nuestras limitaciones y en nuestra sana dependencia ("andar a pie por los caminos de tu gracia") a quien se lo debemos todo, y hacer nuestra la oración del poeta:
Yo te ofrezco, Señor, mi paso humilde
de pobre caracol, por las veredas
empinadas y estrechas de tus límites.

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