martes, 28 de agosto de 2018

Lecturas del día, martes, 28 de agosto. Poema "Contra los hipócritas y fingida virtud de monjas y beatas, en alegoría del cohete" de Francisco de Quevedo. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (2,1-3a.14-17):

Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima. Que nadie en modo alguno os desoriente. Dios os llamó por medio del Evangelio que predicamos, para que sea vuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así, pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta. Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele internamente y os dé fuerzas para toda clase de palabras y de obras buenas.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,10.11-12a.12b-13

R/.
Llega el Señor a regir la tierra

Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos. R/.

Aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,23-26):

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Contra los hipócritas y fingida virtud de monjas y beatas, en alegoría del cohete de Francisco de Quevedo 

No digas, cuando vieres alto el vuelo
del cohete, en la pólvora animado,
que va derecho al cielo encaminado,
pues no siempre quien sube llega al cielo.


Festivo rayo que nació del suelo,
en popular aplauso confiado,
disimula el azufre aprisionado;
traza es la cuerda, y es rebozo el velo.


Si le vieres en alto radïante,
que con el firmamento y sus centellas
equivoca su sitio y su semblante,


¡oh, no le cuentes tú por una dellas!
Mira que hay fuego artificial farsante,
que es humo y representa las estrellas.


Breve comentario

Parece que de un modo providencial, dados los enormes escándalos que están estallando y afectando a la cúpula de la Iglesia, la lectura del evangelio de hoy, como el de ayer, insiste en el mismo tema: la falsedad humana que se esconde en las apariencias de virtud y bondad. Es evidente que la hipocresía y la mentira no son exclusivas de sacerdotes y religiosos; al contrario, está extendida a todos los ámbitos, a todas las actividades, y entre distintos tipos de personas. Y ello por una razón elemental: el hombre es capaz de la mentira, y de mentir sin arrepentimiento (como diría un castizo, "con toda la boca"), de forma continuada, de mentir para lograr promoción social, reputación, poder, dinero, buena imagen, fama, sexo... Nadie se escapa a esta tentación, al menos en principio. Debemos reconocer con madurez y con sencillez que entre los más altos pastores de nuestra Iglesia católica también se hallan estos tipos de mentirosos con este tipo de motivaciones por completo espurias a sus cargos y tareas. 

Y hemos estado encubriéndolos durante generaciones enteras (debemos incluirnos todos, aunque no tengamos responsabilidad real en los actos concretos, pues todos somos Iglesia, todos formamos parte de ella). Y muchos, aún, quieren seguir con el encubrimiento, pues siguen pensando que un cardenal o incluso un papa en su caso tiene más importancia que un "insignificante" niño violado. Más le valdrían a unos y a otros, a los abusadores y a los que encubren, que les cuelguen una rueda de molino y los echen al mar, que tener que comulgar el pueblo de Dios con semejantes ruedas de molinos para que se salven aquellos que han envilecido su misión, a la Iglesia y a sí mismos, así como a los inocentes que los han sufrido. Sin duda, "no siempre quien sube llega al cielo."

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