lunes, 18 de diciembre de 2017

Lecturas del día, lunes, 18 de diciembre. Poema "Soneto enamorado" de Francisco Luis Bernárdez. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (23,5-8):

Mirad que llegan días —oráculo del Señor—
en que daré a David un vástago legítimo:
reinará como monarca prudente,
con justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá,
Israel habitará seguro.
Y le pondrán este nombre:
«El-Señor-nuestra-justicia».
Así que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: «Lo juro por el Señor, que sacó a los hijos de Israel de Egipto», sino: «Lo juro por el Señor, que sacó a la casa de Israel del país del norte y de los países por donde los dispersó, y los trajo para que habitaran en su propia tierra».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 71,1-2.12-13.18-19

R/.
En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén! R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Emmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

Palabra del Señor

Poema:
Soneto enamorado de Francisco Luis Bernárdez

Dulce como el arroyo soñoliento,
mansa como la lluvia distraída,
pura como la rosa florecida
y próxima y lejana como el viento.

Esta mujer que siente lo que siento
y está sangrando por mi propia herida
tiene la forma justa de mi vida
y la medida de mi pensamiento.

Cuando me quejo, es ella mi querella,
y cuando callo, mi silencio es ella,
y cuando canto, es ella mi canción.

Cuando confío, es ella la confianza,
y cuando espero, es ella la esperanza,
y cuando vivo, es ella el corazón.

Breve comentario

Desde una visión contemporánea de las relaciones humanas se suele ver la situación de san José como un verdadero drama. Este humilde carpintero de Nazaret no podía imaginar en absoluto los planes que le tenía reservado Dios. Los planes son tan, por decirlo así, extravagantes al juicio humano, que imaginamos el verdadero y profundo trastorno que le debió de producir en todos los ámbitos de su vida. Pero José no posee la sensibilidad del hombre contemporáneo, no hace prevalecer su voluntad, de forma individualista o narcisista, a la de Dios: cuando el Señor le habla en sueños, él se somete. Si en el misterio de la encarnación, María dijo sí a los designios divinos al aceptar su misteriosa concepción de Jesús mediante el Espíritu, el sí de José no fue menor en cuanto que asumió con la humilde virilidad del hombre recto y justo que respeta y ama al Señor, los planes por Él impuestos. Y eso suponía ser padre de un hijo que no era suyo; y suponía vivir en casta abstinencia su matrimonio. Ciertamente es duro (y más aún para nuestra mentalidad) que un hombre deba someterse sin haberlo elegido a semejante destino: ejercer como padre de un hijo de otro (en este caso, de Otro), y no poder ser marido de su mujer en plenitud.

Pero Dios nunca exige lo que no podamos cumplir. Así, con este sacrificio, el Señor le concede la fortaleza de un amor verdaderamente extraordinario por María y por Él mismo: su sumisión no es humillación, represión o aplastamiento, sino liberación, plenitud, comunión conyugal inmarcesible. Por ello he elegido este bello soneto de amor de Bernárdez, que expresa perfectamente esa unión espiritual de ambos cónyuges en el cumplimiento de los designios divinos. Huelga comentar que ni José ni María entendieron entonces gran cosa de la voluntad de Dios, pero ¿acaso nosotros entendemos algo de aquellos planes dos mil años después; algo de su misterio infinito de amor? Con saberse instrumentos del amor de Dios les bastaba. Como nos ha de bastar a nosotros hoy. ¡Qué difícil para nuestro orgullo de hombre que pretende dirigir por entero su vida desde su sola voluntad, como si el mundo sólo fuera un conjunto de egos en disputa o colaboración por hacer prevalecer cada uno sus respectivas voluntades! José y María son los modelos más acabados para vivir de forma cristiana en este mundo. Y con la gracia de Dios podemos llegar a alcanzar la plenitud de ser instrumentos de los planes del Señor. Que Él nos lo conceda. 

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