sábado, 17 de marzo de 2018

Lecturas del día, sábado, 17 de marzo. Poema "No quiero rosas mientras haya rosas..." de Fernando Pessoa. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (11,18-20):

El Señor me instruyó, y comprendí,
me explicó todas sus intrigas.
Yo, como manso cordero,
era llevado al matadero;
desconocía los planes
que estaban urdiendo contra mí:
«Talemos el árbol en su lozanía,
arranquémoslo de la tierra de los vivos,
que jamás se pronuncie su nombre».
Señor del universo,
que juzgas rectamente,
que examinas las entrañas y el corazón,
deja que yo pueda ver
cómo te vengas de ellos,
pues a ti he confiado mi causa.
Palabra de Dios

Salmo

Sal 7,2-3.9bc-10.11-12

R/.
Señor, Dios mío, a ti me acojo

V/. Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame;
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. R/.

V/. Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo. R/.

V/. Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (7,40-53):

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:
«Este es de verdad el profeta».
Otros decían:
«Este es el Mesías».
Pero otros decían:
«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
«¿Por qué no lo habéis traído?».
Los guardias respondieron:
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos les replicaron:
«También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».
Ellos le replicaron:
«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
Y se volvieron cada uno a su casa.

Palabra del Señor

Poema:
"No quiero rosas mientras haya rosas..." de Fernando Pessoa

No quiero rosas mientras haya rosas.
Las quiero cuando no las pueda haber.
¿Qué he de hacer con las rosas
Que puede cualquier mano coger?


Sólo quiero la noche si la aurora
La diluye en azul y rosicler.
Lo que mi alma ignora,
Es lo que quiero poseer.


¿Para qué?... De saberlo, nunca haría
Versos para decir que no lo sé.
Siento a mi alma pobre y fría...
¿Con qué limosna la calentaré?


"Não quero rosas, desde que haja rosas..."

Não quero rosas, desde que haja rosas.
Quero-as só quando não as possa haver
Que hei-de fazer das coisas
Que qualquer mão pode colher?

Não quero a noite senão quando a aurora
A fez em ouro e azul se diluir.
O que a minha alma ignora
É isso que quero possuir.

Para quê?... Se o soubesse, não faria
Versos para dizer que inda o não sei.
Tenho a alma pobre e fria...
Ah, com que esmola a aquecerei?...

https://www.youtube.com/watch?v=6N8iulcM7TU

Breve comentario

En un mundo en el que reina la mentira, la verdad es algo inaudito, asombroso, nunca visto. Nuestra alma podrá estar rodeada de pecado y de muerte, pero anhela, aun sin saberlo muchas veces, lo que desconoce que existe pero presiente y necesita. Por esto, ante la predicación sin precedentes de Jesús, nadie queda indiferente. Unos reconocen en Él a un gran profeta, otros aciertan al verle como el Mesías que esperaban; pero también están los que ante la verdad, el bien y la belleza presentes, prefieren seguir en la mentira, pues ellos mismos han hecho de su vida su gran mentira. Son los que ya no buscan, los que ya no saben ni quieren abrirse, los que desconfían porque ya no esperan nada más allá de la mediocridad que les rodea y con la cual se identifican. Y así reina el prejuicio, la orgullosa y vacua erudición, el estudioso que no sabe reconocer los signos que revelan el sentido de la Palabra y que por ello se pierde en el detalle, en lo superfluo, en lo que no tiene valor, en lo adjetivo.

Ante la novedad radical de Dios hecho carne hemos de dejarnos atraer. No hay nada en la existencia que se asemeje a su presencia. Y para qué, se pregunta el poeta, que siente en su interior la necesidad de un amor inaudito, primigenio, que no remite a lo ya conocido. Precisamente para lo que el mismo poeta, cualquier ser humano, busca: amar en toda su plenitud. Sólo lo que existe no como apariencia, sino como ser nos puede llenar. Mientras haya rosas, para qué desear tener rosas; sólo cuando ya no existan tendrá sentido desearlas; sólo buscaremos la noche, cuando haya amanecido. Sólo amaremos cuando el amor no exista en el mundo. Y ya no amamos. Es el momento de Dios en un mundo sin Él. De lo contrario, nuestra alma pobre y fría se calentará con las limosnas de la mentira.

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