martes, 27 de marzo de 2018

Lecturas del día, 27 de marzo, Martes Santo. Poema "Espigas" de Federico García Lorca. Breve comentario (a cargo del P. Guillermo Juan Morado)

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (49,1-6):

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:
- «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas». En realidad el Señor defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios. Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolvise a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza:
- «Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 70,1-2.3-4a.5-6ab.15.17

R/.
Mi boca contará tu salvación, Señor

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R.

Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,21-33.36-38):

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
- «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
- «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
- «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
- «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
"Donde yo voy, vosotros no podéis ir"»
Simón Pedro le dijo:
- «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
- «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
- «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
- «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

Palabra del Señor
 
Poema:
Espigas de Federico García Lorca
 
El trigal se ha entregado a la muerte.
Ya las hoces cortan las espigas.
Cabecean los chopos hablando
Con el alma sutil de la brisa.


El trigal sólo quiere silencio.
Se cuajó con el sol, y suspira
Por el amplio elemento en que moran
Los ensueños despiertos. El día,
Ya maduro de luz y sonido,
Por los montes azules declina.


¿Qué misterioso pensamiento
Conmueve a las espigas?
¿Qué ritmo de tristeza soñadora
Los trigales agita...?


¡Parecen las espigas viejos pájaros
Que no pueden volar!
Son cabecitas
Que tienen el cerebro de oro puro
Y expresiones tranquilas.


Todas piensan lo mismo,
Todas llevan
Un secreto profundo que meditan.
Arrancan a la tierra su oro vivo
Y, cual dulces abejas del sol, liban
El rayo abrasador con que se visten
Para formar el alma de la harina.


¡Oh, qué alegre tristeza me causáis,
Dulcísimas espigas!
Venís de las edades más profundas,
Cantasteis en la Biblia,
Y tocáis cuando os rozan los silencios
Un concierto de liras.


Brotáis para alimento de los hombres.
¡Pero mirad las blancas margaritas
Y los lirios que nacen porque sí!
¡Momias de oro sobre las campiñas!
La flor silvestre nace para el sueño
Y vosotras nacéis para la vida.


https://www.youtube.com/watch?v=8W3PQuUPTyY

Breve comentario (a cargo del P. Guillermo Juan Morado)

http://www.infocatolica.com/blog/puertadedamasco.php/1803270230-tradicion-y-traicion  

2 comentarios:

  1. César Fuentes:
    Desconocía este poema de Lorca: Hermosísimo.
    A pesar de los pesares, en Lorca había mucho de su bautismo en el alma, mucho. Además, amaba la Liturgia, su extraordinaria belleza.
    Celebro que traigas por aquí además el post del páter, que le ha salido muy bueno.
    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Yo tampoco lo conocía, César. Es una composición temprana, fechada en junio de 1919; Lorca contaba con 21 años recién cumplidos.

      Totalmente de acuerdo con tu opinión sobre él. Más allá de sus pecados y de sus decisiones equivocadas, la presencia de Dios en su vida era evidente, y se refleja en buena parte de su obra, no sólo en sus poemas de temática religiosa.

      La verdad es que no le he pedido permiso a D. Guillermo para tomarle prestado su artículo. Espero que no le importe. Por ello no lo he copiado, sólo enlazado. Sí, la meditación es verdaderamente excelente.

      Un abrazo, César.

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