viernes, 18 de agosto de 2017

Lecturas del día, viernes, 18 de agosto. Poema "Identificación" de Carmen Conde


Primera lectura

Lectura del libro de Josué (24,1-13):

En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor. Josué habló al pueblo: «Así dice el Señor, Dios de Israel: "Al otro lado del río Éufrates vivieron antaño vuestros padres, Teraj, padre de Abrahán y de Najor, sirviendo a otros dioses. Tomé a Abrahán, vuestro padre, del otro lado del río, lo conduje por todo el país de Canaán y multipliqué su descendencia dándole a Isaac. A Isaac le di Jacob y Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír, mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. Envié a Moisés y Aarón para castigar a Egipto con los portentos que hice, y después os saqué de allí. Saqué de Egipto a vuestros padres; y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con caballería y carros hasta el mar Rojo. Pero gritaron al Señor, y él puso una nube oscura entre vosotros y los egipcios; después desplomó sobre ellos el mar, anegándolos. Vuestros ojos vieron lo que hice en Egipto. Después vivisteis en el desierto muchos años. Os llevé al país de los amorreos, que vivían en Transjordania; os atacaron, y os los entregué. Tomasteis posesión de sus tierras, y yo los exterminé ante vosotros. Entonces Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, atacó a Israel; mandó llamar a Balaán, hijo de Beor, para que os maldijera; pero yo no quise oír a Balaán, que no tuvo más remedio que bendeciros, y os libré de sus manos. Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó. Los jefes de Jericó os atacaron: los amorreos, fereceos, cananeos, hititas, guirgaseos, heveos y jebuseos; pero yo os los entregué; sembré el pánico ante vosotros, y expulsasteis a los dos reyes amorreos, no con tu espada ni con tu arco. Y os di una tierra por la que no habíais sudado, ciudades que no habíais construido, y en las que ahora vivís, viñedos y olivares que no habíais plantado, y de los que ahora coméis."»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 135,1-3.16-18.21-22.24

R./
Porque es eterna su misericordia

Dad gracias al Señor porque es bueno. R/.

Dad gracias al Dios de los dioses. R/.

Dad gracias al Señor de los señores. R/.

Guió por el desierto a su pueblo. R/.

Él hirió a reyes famosos. R/.

Dio muerte a reyes poderosos. R/.

Les dio su tierra en heredad. R/.

En heredad a Israel, su siervo. R/.

Y nos libró de nuestros opresores. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,3-12):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?» Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.» Ellos insistieron: «¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?» Él les contestó: «Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Ahora os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza– y se casa con otra, comete adulterio.» Los discípulos le replicaron: «Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse.» Pero él les dijo: «No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga.»

Palabra del Señor

Poema:
Identificación de Carmen Conde

Mis ojos no te buscan sobre la tierra inmensa:
eres tú mis ojos dilatándose.
Mis ojos te contienen; si lloras tú por ellos
soy yo que te libero de mí para que llores.

¡Cuán tú soy yo conmigo, amor que me enajenas!
¡Qué mío tu vivir y qué mía tu muerte
viniéndote de mí, muriéndome contigo!

La trama del latir en cuerpo que no es tuyo,
ni mío solamente: un cuerpo de dos seres
que funden la unidad de dos que son ya uno. 

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Como todos ya sabemos, ayer se han producido dos terribles atentados yihadistas en dos ciudades españolas, Barcelona y Cambrils. Quisiera pedir desde este rincón a todos los que lean estas líneas y que sean creyentes, unas oraciones por el alma de las víctimas, y por sus familiares, allegados y amigos. Para los que no tengan fe me atrevería también a pedirles que rezaran, siquiera sea con sus palabras, pues en contra de lo que suele pensarse, ninguna oración queda sin ser escuchada. 

Están bien los minutos de silencio; están bien las flores y las velas, los dibujos y los mensajes escritos en pequeños papeles que se dejan en el lugar de los hechos, incluso pueden estar bien las canciones que despiertan nuestras mejores emociones, aunque sus letras sueñen con un futuro sin Dios y sin más paz que la que podamos proporcionarnos los seres humanos. Todo eso está bien, pero Dios quiere que le hablemos cuando nuestro corazón llora. Y no es por mero narcisismo divino, por así decir, sino porque nos ama, porque quiere consolarnos, porque quiere compartir nuestro dolor, porque desde la muerte de su Hijo en la cruz, nuestro dolor es suyo, y suyas nuestras lágrimas. Por esto pido a aquellas personas que aun sin fe, hombres y mujeres de buena voluntad, recen también. Dios no es grande porque pueda matar, sino porque nos ama siempre; más, si cabe, cuando sufrimos los estragos del mal y del pecado. Yo elijo para rezar las palabras que Dios nos enseñó para hacerlo; pero, insisto, que cada uno rece desde su corazón con sus palabras si así se siente más cómodo.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.


Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. 

Amén.
 

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