martes, 8 de agosto de 2017

Lecturas del día, martes, 8 de agosto. Poema "Si Tú quieres..." (I y II) de Ernestina de Champourcin. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de los Números (12,1-13):

En aquellos días, María y Aarón hablaron contra Moisés, a causa de la mujer cusita que había tomado por esposa. Dijeron: «¿Ha hablado el Señor sólo a Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?» El Señor lo oyó. Moisés era el hombre más sufrido del mundo. El Señor habló de repente a Moisés, Aarón y María: «Salid los tres hacia la tienda del encuentro.» Y los tres salieron. El Señor bajó en la columna de nube y se colocó a la entrada de la tienda, y llamó a Aarón y María. Ellos se adelantaron, y el Señor dijo: «Escuchad mis palabras: Cuando hay entre vosotros un profeta del Señor, me doy a conocer a él en visión y le hablo en sueños; no así a mi siervo Moisés, el más fiel de todos mis siervos. A él le hablo cara a cara; en presencia y no adivinando, contempla la figura del Señor. ¿Cómo os habéis atrevido a hablar contra mi siervo Moisés?» La ira del Señor se encendió contra ellos, y el Señor se marchó. Al apartarse la nube de la tienda, María tenía toda la piel descolorida, como nieve. Aarón se volvió y la vio con toda la piel descolorida. Entonces Aarón dijo a Moisés: «Perdón, señor; no nos exijas cuentas del pecado que hemos cometido insensatamente. No la dejes a María como un aborto que sale del vientre, con la mitad de la carne comida.» Moisés suplicó al Señor: «Por favor, cúrala.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 50,3-4.5-6.12-13

R/.
Misericordia, Señor: hemos pecado

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,22-36):

Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.» Él le dijo: «Ven.» Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.» Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.

Palabra del Señor

Poema:
"Si Tú quieres..." (I y II) de Ernestina de Champourcin

Si Tú quieres, yo quiero.
-Y la cuesta se empina
mientras lo voy diciendo.

Iré si vas conmigo.
-Qué hondo es el silencio-.
Pero sé que eres fiel.
Voy despacio, subiendo...

Aunque no vuelvas más. 
Si Tú quieres, yo quiero. 

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Y me quieres tan sola
que me lo quitas todo.
Estoy sin asidero;
si acaso me demoro
en algún goce humano
me lo arrebatas pronto.
 
Enséñame a vivir
sin luz y sin apoyo,
en esta oscuridad
que te roba a mis ojos;
sabiendo sin sentir,
amando sin el gozo
de mi mano en Tu mano.  

Te he tenido tan poco…

Mas el compás de espera
ya se va haciendo corto.

Breve comentario

La fe se pone a prueba en las dificultades, y es en ellas donde cobra fuerza o se debilita, según sea la solidez de la misma. Quizá porque mi fe no es toda lo fuerte que quisiera, soy de los que piensan que siempre es un bien escaso que debemos hacer crecer una y otra vez, ya sea en las dificultades, en los momentos anodinos o en los dichosos. Quién no se puede identificar con la reacción de pavor de los discípulos al ver a una persona andar sobre las aguas en plena tormenta y de madrugada; y quién no con el terror de Pedro al hundirse golpeado por el viento de sus miedos, tras andar sobre las aguas, aun después de haberse dado a conocer el Señor. La vida en no pocas ocasiones (tal vez demasiadas, para muchos entre los que me incluyo) parece que nos obliga a afrontar unos desafíos imposibles, a contorsionar nuestra alma en actitudes que nos parecen inalcanzables para nuestras capacidades, que mil motivos que no controlamos nos fuerzan a decidir de un modo especialmente grave. Cada uno podrá identificar con meridiana claridad muchos de esos momentos. En cualquiera de esas situaciones hace falta fe, y una fe fuerte, bien fundamentada, bien alimentada, racional a la vez que abierta al misterio, pues, en efecto, todas esas situaciones nos desbordan, no se pueden afrontar sin ella (¡si ya son difíciles con ella!). La sentencia del Señor ante nuestra debilidad es inapelable: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» ...Y dudamos, claro que dudamos...

Cuando el mundo golpea muy duro, cuando nuestras heridas sangran como a chorros, cuando parece que nada ni nadie sale en tu ayuda, cuando el silencio se vuelve espeso y asfixiante, cuando la soledad o, aún peor, el odio ajeno nos acosa, o lo todavía más temible, cuando quien nos acosa somos nosotros mismos (nuestro peor enemigo), sólo queda el recurso que con tan sabia sencillez plasma en sus versos una vez más Ernestina: abandonarse a la voluntad del Señor: "Si Tú quieres, yo quiero." Y no acabamos de decirlo cuando la cuesta se va poniendo más y más empinada, el camino resulta más y más agotador. En medio de ese esfuerzo, de ese dolor, el silencio de Dios es denso y negro como el alquitrán. Pero al entregar la voluntad, sabemos de su fidelidad. Es más, podremos seguir subiendo los más escarpados caminos en soledad, pues estaremos haciendo la voluntad de Dios. Esto es fe, aunque el viento sople, aunque parezca que andamos sobre el agua o sobre arenas movedizas.

También comparto la profunda y repetida experiencia de la poeta en cuanto a la realidad de los obstáculos para vivir con satisfacción hasta las realidades más sencillas. Conociendo un poco su biografía, creo que no le tengo nada que envidiar al respecto, pues en dificultades hasta para lo más banal puedo sentar cátedra. Porque la realidad es que este Dios que tanto nos ama es también, como todo amante apasionado, un amor exigente: lo quiere todo. Muchas veces no nos permite demorarnos apenas en el goce humano más simple, pues ya significa en sí mismo un alejamiento de su presencia, una distracción. En tales ocasiones, vuelve la fe a ser maestra de vida, soporte fundamental de nuestra voluntad centrada en la suya:

"Enséñame a vivir
sin luz y sin apoyo,
en esta oscuridad
que te roba a mis ojos;
sabiendo sin sentir,
amando sin el gozo
de mi mano en Tu mano." 

Que el Señor nos conceda no sólo el don de la fe, sino saberla alimentar con cada dificultad, con cada obstáculo, pues su silencio no es signo de abandono, sino de fidelidad por nosotros. De momento, he escrito estas líneas sentado en la terraza de mi casa, gozando de una suave brisa en una mañana de verano no demasiada inclemente. Lo bueno de las muchas dificultades es que aprendemos a valorar los goces humanos más sencillos. Espero que el Señor me admita esta leve distracción por algún tiempo.

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Ejemplo para mí no pequeño de camino en la fe es este blog que con este post alcanza el número 600 en poco menos de dos años de vida. Jamás hubiera pensado llegar tan lejos. Comencé a caminar de un modo casi irreflexivo, como un juego. Este blog, con su sencillez, está muy por encima de mis capacidades intelectuales, culturales y desde luego teológicas. Aunque las cifras en este espacio tienen una importancia muy relativa, por no decir ninguna, 600 ya denotan una trayectoria. Que el Señor me siga asistiendo para prolongarlo al menos un año más. Pues si Él quiere, yo quiero. ...Y si a alguno le gusta y le sirve, ¿qué más puedo pedir?

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