lunes, 7 de agosto de 2017

Lecturas del día, lunes, 7 de agosto. Poema "Oveja perdida, ven" de Luis de Góngora. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de los Números (11,4b-15):

En aquellos días, los israelitas dijeron: «¡Quién pudiera comer carne! Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos y melones y puerros y cebollas y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no ver más que maná.» El maná se parecía a semilla de coriandro con color de bedelio; el pueblo se dispersaba a recogerlo, lo molían en el molino o lo machacaban en el almirez, lo cocían en la olla y hacían con ello hogazas que sabían a pan de aceite. Por la noche caía el rocío en el campamento y, encima de él, el maná. Moisés oyó cómo el pueblo, familia por familia, lloraba, cada uno a la entrada de su tienda, provocando la ira del Señor; y disgustado, dijo al Señor: «¿Por qué tratas mal a tu siervo y no le concedes tu favor, sino que le haces cargar con todo este pueblo? ¿He concebido yo a todo este pueblo o lo he dado a luz, para que me digas: "Coge en brazos a este pueblo, como una nodriza a la criatura, y llévalo a la tierra que prometí a sus padres"? ¿De dónde sacaré pan para repartirlo a todo el pueblo? Vienen a mí llorando: "Danos de comer carne." Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo, pues supera mis fuerzas. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir; concédeme este favor, y no tendré que pasar tales penas.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 80,12-13.14-15.16-17

R/.
Aclamad a Dios, nuestra fuerza

Mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos. R/.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!
En un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios. R/.

Los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,13-21):

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.» Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.» Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.» Les dijo: «Traédmelos.» Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Palabra del Señor

Poema:
Oveja perdida, ven de Luis de Góngora

Oveja perdida, ven 
sobre mis hombros; que hoy 
no sólo tu pastor soy,  
sino tu pasto también.

Por descubrirte mejor
cuando balabas perdida,  
dejé en un árbol la vida
donde me subió el amor;  
si prenda quieres mayor, 
mis obras hoy te la den.

Oveja perdida, ven
sobre mis hombros; que hoy
no sólo tu pastor soy,
sino tu pasto también.

Pasto al fin hoy tuyo hecho,
¿cuál dará mayor asombro,  
o el traerte yo en el hombro
o el traerme tú en el pecho?  
Prendas son de amor estrecho
que aun los más ciegos las ven.

Oveja perdida, ven
sobre mis hombros; que hoy 
no sólo tu pastor soy,
sino tu pasto también. 



Breve comentario

El amor opera de muchos modos y sus orígenes pueden ser muy diversos. No me refiero a los tipos de amor en función de sus objetos, sino en función de su naturaleza. El amor puede nacer de una atracción que genera un objeto, atracción que se expresa en forma de deseo, de tendencia hacia él. Dados los tiempos que vivimos, lo primero que pensamos es en el amor erótico, pero éste es sólo uno de los tipos posibles del amor por atracción. Nos puede atraer cualquier realidad buena y bella, ya sea un paisaje, una obra de arte, musical o literaria, la experiencia de otra persona, el modo en que alguien encara la realidad (su bondad, su fortaleza, su templanza...), la naturaleza de cierta actividad, etc.

En el evangelio de hoy, el Señor muestra el amor que nace de la compasión. La compasión hoy tiene mala prensa, pues se tiende a entender en el que se compadece una cierta suficiencia o superioridad, más o menos humillante, sobre el compadecido. En una cultura de egos enloquecidamente hipertrofiados no es de extrañar que se distorsione esta bellísima realidad. Compasión es padecer con, que es incluso algo más que la empatía, que es un ponerse en el lugar del otro, comprender su situación para ayudarle mejor. Compadecer no es ser empático, ni siquiera máximamente empático: es transformarse en el otro que sufre y hacer propio su sufrimiento. Así, en el pasaje de hoy se hace referencia a que el Señor sintió lástima del gentío, y comenzó a curar enfermos; es Él quien dice a sus discípulos que, mejor que despedirlos para que compren comida, pues ya era tarde y estaban en descampado, sean ellos los que les den de comer. Y es Su amor el que realiza el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. ¿Se alimentaron de panes y peces toda aquella gente? Sin duda, pero hubiera sido imposible si antes no se les hubiera amado. Es el amor que se compadece quien hace el milagro; y no hay mayor compasión que aquel que se da a sí mismo para que los necesitados queden saciados, pues al pan eucarístico remite este milagro. Y Dios se entrega por completo en la Persona de su Hijo, Dios es compasión, misericordia para quien padece y le busca. Como escribió el inmortal Góngora:

"no sólo tu pastor soy,  
sino tu pasto también."

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