viernes, 27 de marzo de 2020

"El confinamiento"

El confinamiento

En el decimotercer día de confinamiento.

Según mi mujer, hubiera sido un buen monje,
rodeado de libros y silencio.
Se equivoca.
No podría amar al Absoluto
sin el mundo de sus criaturas.
Incluso cuando lo adoro en el templo,
la albura y redondez de la Hostia Santa
son imágenes de una perfección
inaccesible.
Y tras esa experiencia, me demoro
en contemplar el rayo de luz
que entra por el lateral,
la grisura de sus viejas piedras,
y escucho, atento,
el bisbiseo de los rezos de la anciana.
Y entonces me entran ganas
de saltar, de correr delante de ese Dios
al que adoro.

Pero soy un hombre grave,
de adusto gesto y de cabeza blanca.
De abandonarme,
muchos dirían de mí que soy irreverente,
cuando sólo es un hacerse niño
ante el Padre.

Pero ahora que estamos todos confinados
por un virus que Dios ha permitido,
parece que el mundo se ha llenado
de libros y de silencio.
Tal vez, cuando esto acabe,
cuando el virus se haya cansado
de matarnos, o cuando le matemos,
saldré con más éxito a ese mundo
que necesito para amar.

No sé cuánto durará esta extraña paz
que me hará salir como un monje
de su confinamiento.

27-3-2020

Doiraje.

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