viernes, 9 de febrero de 2018

Lecturas del día, viernes, 9 de febrero. Poema "He vendado" de Marin Sorescu. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del primer libro de los Reyes (11,29-32;12,19):

Un día, salió Jeroboán de Jerusalén, y el profeta Ajías, de Siló, envuelto en un manto nuevo, se lo encontró en el camino; estaban los dos solos, en descampado.
Ajías agarró su manto nuevo, lo rasgó en doce trozos y dijo a Jeroboán: «Cógete diez trozos, porque así dice el Señor, Dios de Israel: "Voy a arrancarle el reino a Salomón y voy a darte a ti diez tribus; lo restante será para él, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel."»
Así fue como se independizó Israel de la casa de David hasta hoy.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 80,10.11ab.12-13.14-15

R/.
Yo soy el Señor, Dios tuyo:
escucha mi voz


No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto. R/.

Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos. R/.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del Evangelio según san Marcos (7,31-37):

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

Palabra del Señor

Poema:
He vendado de Marin Sorescu

Vendé los ojos de los árboles
Con un pañuelo verde
Y dije: búsquenme.

Y los árboles me hallaron en seguida
Con una carcajada de hojarasca.

Vendé los ojos de los pájaros
Con pañuelo de nubes
Y dije: búsquenme.

Y me hallaron los pájaros
Con un trino.

Vendé los ojos de la tristeza
Con una sonrisa,
Y me halló la tristeza al día siguiente
En un amor.

Vendé los ojos del sol
Con mis noches
Y dije: búsquenme.

Allí estás, dijo el sol,
Detrás de ese tiempo,
No te ocultes más.

No te ocultes más
Me dijeron todas las cosas
Y todos los sentimientos
A los que intenté vendar los ojos. 

Am legat

Am legat copacii la ochi
Cu-o basma verde
Şi le-am spus să mă găsească.

Şi copacii m-au găsit imediat
Cu un hohot de frunze.

Am legat păsările la ochi
Cu-o basma de nori
Şi le-am spus să mă găsească..

Şi păsările m-au găsit
Cu un cântec.

Am legat tristeţea la ochi
Cu un zâmbet,
Şi tristeţea m-a găsit a doua zi
Într-o iubire.

Am legat soarele la ochi
Cu nopţile mele
Şi i-am spus să mă găsească.

Eşti acolo, a zis soarele,
După timpul acela,
Nu te mai ascunde.

Nu te mai ascunde,
Mi-au zis toate lucrurile
Şi toate sentimentele
Pe care am încercat să le leg

La ochi. 

Breve comentario

Sería un error interpretar las curaciones de Jesús desde la literalidad del fenómeno, como meras sanaciones de disfuncionalidades orgánicas: de la sordera, de la ceguera, de la mudez, de la parálisis... El ser humano es creado no sólo para que funcione bien como organismo. Somos mucho más que el cuerpo que poseemos, aunque sin ese cuerpo no seríamos lo que somos. La disfuncionalidad de la que trata el Señor, la que verdaderamente resuelve, es la del alma, que en estas escenas es representada por las incapacidades sensoriales o locomotoras. Se puede ser ciego de los ojos, y tener una visión de Dios que ninguno de los que vemos bien con los nuestros seremos capaces nunca. Y también hay paralíticos de cuerpo y de alma.

De algún modo, el paso del tiempo, con las dificultades de la vida, las heridas y las incomprensiones que vamos acumulando, la inevitable soledad que todo ello lleva aparejada, con la consiguiente pérdida progresiva de ilusión, nos va insensibilizando poco a poco. Hasta físicamente esto tiene su correlato: a medida que sumamos años, vamos viendo menos, oyendo peor, nuestras articulaciones pierden movilidad... Es curioso lo importante que se considera a la función sexual, pues hasta el lenguaje la expresa de un modo abstracto, como ninguna otra función orgánica, con un sustantivo cuyo campo semántico trasciende con mucho lo biológico: la potencia o la impotencia. Posiblemente ello sea debido a que está ligada a la capacidad de generar vida. Huelga decir que para la mirada de Dios, este mundo está pobladísimo de impotentes seres potentes. 

El Señor abre los corazones, agita por dentro, sacude, despierta, conmueve, resucita, hace renacer. La renovación de Dios sobre la criatura que se deja hacer por fe, es total. Da igual el estado de sus ojos o de su cuerpo: su alma resurgirá, volverá la ilusión y la esperanza a su vida. Y a veces hasta lo puramente orgánico también resucita. Por esto Dios siente predilección por aquellos que son conscientes de su debilidad. Esa conciencia les abre a la acción de Dios. Si nos consideramos diosecillos de nosotros mismos, seguiremos siendo los peores ciegos que existen: los que no quieren ver. Y cuando el alma está opaca a la verdad, va pudriendo toda la vida de la persona, por muy bien que le funcione su organismo.

El poema de este autor rumano es muy descriptivo de la actitud de la ceguera esencial. Podremos vendar, tapar, ocultar, bloquear la evidencia de nuestra vida, pero la verdad acaba por resurgir con toda naturalidad. Si la obra de Freud fue tan sugestiva posiblemente sea por esta poderosa idea: todo lo que de verdadero, aun doloroso, haya en nuestra vida, acaba pujando por salir, por mucho que lo reprimamos o lo intentemos olvidar o disfrazar. Y como toda herida mal cerrada, acaba pudriéndolo todo. Freud en esto tuvo razón. El Señor, en cambio, está para abrir las puertas del alma a la verdad, y hacernos, así, hombres plenos, enteros, libres, verdaderamente potentes, incluso en nuestra impotencia.

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