domingo, 4 de septiembre de 2016

Lecturas del día, domingo, 4 de septiembre. Poema "Verdad, mentira" de Carlos Bousoño. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (9,13-18):

¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? Los pensamientos de los mortales son mezquinos, y nuestros razonamientos son falibles; porque el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre abruma la mente que medita. Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano: pues, ¿quién rastreará las cosas del cielo? ¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu santo espíritu desde él cielo? Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada, y la sabiduría los salvó.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 89

R/.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R/.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón (9b-10.12-17):

Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión; te lo envió como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O que rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Verdad, mentira de Carlos Bousoño
 
Con tu verdad, con tu mentira a solas,
con tu increíble realidad vivida,
tu inventada razón, tu consumida
fe inagotable, en luz que tú enarbolas;

con la tristeza en que tal vez te enrolas
hacia una rada nunca apetecida,
con la enorme esperanza destruida,
reconstruida como el mar sus olas;

con tu sueño de amor que nunca se hace
tan verdadero como el mar suspira,
con tu cargado corazón que nace,
 
muere y renace, asciende y muere, mira
la realidad, inmensa, porque ahí yace
la verdad toda y toda tu mentira.
 
Breve comentario
 
Hemos sido redimidos, pero el precio pagado por ello ha sido muy alto: la muerte en la cruz de Cristo. Nuestra redención debe materializarse de un modo u otro de la misma forma: sin cruz no hay salvación ni vida. Así, el seguimiento al Señor no entiende de medias tintas: es exigente tanto en sus medios como en sus fines. Nos pide seguirle con fidelidad sean cuales sean nuestras circunstancias, y para ello debemos renunciar a todos los apoyos mundanos, a todas las trampas que el mundo nos pone (¡tan atractivos muchas veces!) para que abandonemos nuestro compromiso. Dios no se bajó de la cruz. Menos en el pecado, fue hombre en todo; sufrió la noche oscura del alma que solemos experimentar, y desde allí, padeció toda la maldad de la que el hombre es capaz. Este es nuestro modelo.
 
Huelga decir que sin la gracia de Dios es un camino no ya imposible de recorrer, sino siquiera de iniciar. No hay otro modo: si queremos seguirle, la renuncia va de suyo. Sabemos que amar compensa de todo sufrimiento, que dando se es más feliz que recibiendo; pero el mundo no está construido sobre estos valores. Y también nosotros tendemos a abandonarnos, sobre todo cuando no sentimos al Padre cerca. Hoy han canonizado a Teresa de Calcuta que desplegó toda su labor de amor en la más profunda noche espiritual. No era puro voluntarismo lo de esta santa: sabía el camino y lo que le dictaba su corazón. Sabía cuál era la meta y la manera de alcanzarla; y lo recorrió con la única compensación que supone amar sin esperar nada a cambio. 
 
Nuestra más profunda debilidad tal vez sea ésta: que necesitamos una respuesta del otro a nuestro esfuerzo, una cierta gratificación. Si amamos, el amor del que seamos capaces volverá a nosotros de una u otra forma, aunque sólo sea con un "gracias" o una sonrisa. A todo lo demás hemos de renunciar. Y mientras con la gracia de Dios nos acercamos a ello, vamos recorriendo el camino, como nos recuerda el poeta, a trancas y barrancas, con nuestra verdad (nuestro amor a Dios) y con nuestra mentira (nuestra dificultad para renunciar a las comodidades de una vida menos exigente). Que en la balanza de esta lucha vaya pesando más el platillo de la verdad. Carguemos con nuestras cruces, y sigámosle: no hay otro camino. Los demás ya sabemos adónde nos conducen.

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