"Praestet fides supplementum
sensuum defectui."
(Tantum ergo, Sto. Tomás de Aquino)
Qué indefinible es la cualidad del gris.
No es el blanco de luz y de potencia,
no es el negro de noches y silencios.
Más pura la mezcla que sus extremos.
Hay un otoño que comienza en esta carretera,
un otoño de cielos cerrados y de un viento
que devuelve una extraña presencia.
Todo es lento y conocido, y a su vez,
una paz se descubre sordamente.
Los árboles se tiñen de una familiar tristeza,
como una hermana pequeña, Guadarrama;
solitaria y profunda como viera el poeta.
No sé por qué caminos he llegado hasta aquí.
Los hechos y las fechas no me sirven de nada.
Mas entro en este pueblo gris de granito
sin hacer ruido, acogido como el hijo
que volviese a una madre desconocida.
Y sin embargo, y sin saberlo,
siempre he buscado esto, esta Cerceda
tímida y olvidada,
anciana de arrugas y de canas,
de corazón ajado y aún dulce.
Atravieso el pequeño atrio de su templo
cinco veces centenario, sólido y esbelto,
lúcido y opaco, bello de una verdad
de muros, piedras y sombras verdaderos.
Una mística unidad de frío, soledad y silencio
me acompaña. El mundo se aparta
para abrirme el pecho, y aparece
una íntima lentitud de eternidades.
Ante ti, las palabras no acuden.
Apenas puedo con ellas pedirte o alabarte;
simplemente estoy, ofrecido y oferente,
adorándote mudo y aquietado,
esperando no sé, que me vayas amando
como lo haces siempre,
con este gris extraño y familiar que me rodea,
de piedra centenaria, de serrano otoño,
de cielo cerrado calladamente alegre,
de una vida gastada como pisados guijarros.
Qué indefinible es la cualidad del gris.
19-10-2019
Doiraje.
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