sábado, 2 de septiembre de 2017

Lecturas del día, sábado, 2 de septiembre. Poema "Dios dio un pan a cada pájaro..." (poema 791) de Emily Dickinson. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,9-11):

Acerca del amor fraterno no hace falta que os escriba, porque Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros. Como ya lo hacéis con todos los hermanos de Macedonia. Hermanos, os exhortamos a seguir progresando: esforzaos por mantener la calma, ocupándoos de vuestros propios asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo tenemos mandado.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97,1.7-8.9

R/.
El Señor llega para regir los pueblos con rectitud

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes. R/.

Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,14-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes."»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Dios dio un pan a cada pájaro..." (poema 791) de Emily Dickinson
 
Dios dio un pan a cada pájaro,
pero solo una migaja a mí.
No me atrevo a comerla,
aunque perezca.

Tenerla, tocarla,
es mi doloroso placer.
Confirmar la hazaña que hizo mío el pedacito.
Demasiado feliz, en mi suerte de gorrión,
para codicia mayor.

Puede haber hambruna en torno mío
que yo no perderé una miguita siquiera.
¡Tan espléndida mi mesa resplandece!
¡Tan hermoso mi granero se muestra!

Me pregunto cómo se sentirán los ricos,
los maharajás, los condes. Yo creo
que, con solo una migaja,
soy soberana de todos ellos.

God gave a Loaf to every Bird...

God gave a Loaf to every Bird —
But just a Crumb — to me —
I dare not eat it — tho' I starve —
My poignant luxury —

To own it — touch it —
Prove the feat — that made the Pellet mine —
Too happy — for my Sparrow's chance —
For Ampler Coveting —

It might be Famine — all around —
I could not miss an Ear —
Such Plenty smiles upon my Board —
My Garner shows so fair —

I wonder how the Rich — may feel —
An Indiaman — An Earl —
I deem that I — with but a Crumb —
Am Sovereign of them all —

https://www.youtube.com/watch?v=2quSOqzO2TE

Breve comentario

Hace años, mientras estudiaba la carrera, un profesor utilizó este pasaje evangélico para justificar mi suspenso en su asignatura, cuando fui a revisar el examen. Suspendía sólo por unas décimas, así que intenté encontrarlas rastreando aquella corrección rigurosa; pero su respuesta fue inapelable: "Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene." Ante tal argumentación, nada se podía hacer: ¡hasta me quitaría lo poco conseguido! Palabra del Señor, nada menos... Y es que cualquiera, por desgracia, puede hacer un mal uso de las Sagradas Escrituras. Mi suspenso era merecido, la corrección del examen adecuada; lo peor era el profesor mismo, uno de los más odiados de la Facultad por su cinismo y prepotencia verdaderamente inauditos. Y temido también porque impartía una de las asignaturas más inaccesibles para un psicólogo: Estadística de segundo año, la más avanzada (huelga decir que mi situación académica con este docente era compartida más o menos por el 85% de los compañeros). Con aquel personaje no era posible que se diera la figura de los diez talentos, y apenas la de dos: nadie daba la talla..., tampoco en su inmoralidad. Aquellas décimas que me faltaban para aprobar, no podían hallar destinatario alguno, pues nadie andaba sobrado.

Cuento esta anécdota porque es un pasaje que suele ser mal interpretado. El señor o empresario, diríamos hoy, es exigente, pero lo es con justicia: espera de cada uno lo que puede dar, y no más. Con criterio justo, espera y exige de sus empleados en función de su capacidad. Es decir, los conoce para saber cuánto pueden rendir: no exige imposibles, no sobrepuja a nadie, no hay explotación en esta relación. Pero del mismo modo, exigirá lo que puedan dar; no se conformará con menos: el que sea sobresaliente, le exigirá un rendimiento sobresaliente; el que sea bueno, un buen rendimiento; el que puede poco, le pedirá el poco que pueda.

La clave de la parábola está en el origen de la actitud del que no hace valer sus capacidades. Pocas cosas peores que sentirse inferior. El empleado de un talento no tiene resentimiento por sufrir el trato vejatorio de un jefe despótico. Su resentimiento nace del reconocimiento innegable de que vale menos que los demás. En el señor no existe vejación o discriminación alguna: sabe lo que puede, y en función de ello le exige. El empleado sabe que sus capacidades son menores que las de sus dos compañeros; lo sabe todo el mundo, aquellos y su jefe. No debería haber mayor problema, pues el trato recibido y la exigencia es proporcionada. El mal nace de la envidia hacia los que son mejores, del sentimiento de saberse inferior o, mejor dicho, sentirse inferior; de su rebelión para aceptar sus límites, que todos los demás aceptan sin problemas, empezando por el señor, que le pide sólo lo que puede dar. Y de este resentimiento surge el ataque injusto y la falta de respeto de este empleado hacia su señor. La reacción de éste va de suyo. Así, en efecto, aquel que teniendo capacidades las desperdicia o las rechaza, él solo (ni siquiera señor alguno) se desposeerá a sí mismo de los dones recibidos. No se puede servir cuando se odia servir, no se puede enseñar cuando se odia compartir conocimiento o se desprecia a quienes lo deberían recibir.

El poema de la dulce y tímida Emily es en este sentido esclarecedor. Se ve a sí misma como un pequeño gorrión, anónimo, insignificante, sin la menor importancia. Hay pájaros mucho más vistosos, fuertes, bellos, poderosos, que reciben un pan de dones abundante. Emily se conforma con la migaja que le concede el Señor: una mujer enclaustrada en los confines de la casa paterna, que vive el amor de forma solitaria y callada, que se enamora platónicamente a la fuerza de los hombres que su padre invita a su casa, que cultiva una feminidad austera y a la vez profunda, que se resigna aparentemente a una soledad que ella puebla con las migajas que Dios le ha concedido, migajas de pobre gorrión, en un mundo de halcones, palomas, gaviotas y águilas. Ahora todos conocemos lo que ella consiguió hacer con aquellas "migajas" que nadie en vida consideró... Sin duda, ella sabía lo que Dios le había concedido. Sí, ella reinó, aunque no en vida, sobre todas las aves del cielo. Pero para ello hubo de saberse gorrión, hubo de aceptar las circunstancias de su vida para amasar el pan que Dios esperaba de ella. Y lo hizo de un modo maravilloso. Con la humildad de un gorrión.      

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.