martes, 29 de septiembre de 2015

Lecturas del día, martes, 29 de septiembre. Poema "El infinito" de Giacomo Leopardi

Primera lectura

Lectura de la profecía de Zacarías (8,20-23):

Así dice el Señor de los Ejércitos: Todavía vendrán pueblos y habitantes de grandes ciudades, y los de una ciudad irán a otra diciendo: «Vayamos a implorar al Señor, a consultar al Señor de los Ejércitos. – Yo también voy contigo.» Y vendrán pueblos incontables y numerosas naciones a consultar al Señor de los Ejércitos en Jerusalén y a implorar su protección. Así dice el Señor de los Ejércitos: Aquel día diez hombres de cada lengua extranjera agarrarán a un judío por la orla del manto, diciendo: «Queremos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 86,1-3.4-5.6-7

R/.
Dios está con nosotros

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! R/.

«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles;
filisteos, tirios y etiópes han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno, por uno todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.» R/.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,51-56):

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó y dijo: «No sabéis de que espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos.»
Y se marcharon a otra aldea.

Palabra del Señor
 
Poema:
El infinito de Giacomo Leopardi
 
Siempre caro me fue este yermo collado, 
y este seto que priva a la mirada
de tanto espacio del último horizonte.
Mas sentado y contemplando, interminables
espacios más allá de él, y sobrehumanos
silencios, y una quietud hondísima
mi pensamiento oculta. Tanta que casi
el corazón se espanta. Y como oigo
expirar el viento en la espesura,
voy comparando ese infinito silencio
con esta voz: y a mí acude lo eterno, 
y las estaciones muertas, y la presente viva
y su música. Así que en esta
inmensidad se ahoga mi pensamiento
y naufragar me es dulce en este mar.
 
L'infinito
 
Sempre caro mi fu quest'ermo colle,
e questa siepe, che da tanta parte
dell'ultimo orizzonte il guardo esclude.
Ma sedendo e mirando, interminati
spazi di là da quella, e sovrumani
silenzi, e profondissima quiete
io nel pensier mi fingo, ove per poco
il cor non si spaura. E come il vento
odo stormir tra queste piante, io quello
infinito silenzio a questa voce
vo comparando: e mi sovvien l'eterno,
e le morte stagioni, e la presente
e viva, e il suon di lei. Così tra questa
immensità s'annega il pensier mio:
e il naufragar m'è dolce in questo mare.
 
 

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